Siempre que menciono mi devoción por "Bob Esponja", recibo a cambio una sonrisa. Entiendo que, siendo un señor con la cincuentena superada, tal preferencia resulte algo chocante para el interlocutor medio. Pero es verdad, me gusta mucho. Aprecio su sentido del humor absurdo, los diseños de personajes, el estilo de animación y esos toques más enfocados hacia el público adulto, además de sendas referencias a cierta cultura alternativa ocultas entre la aparente "mainstreamidad" de todo ello (por ejemplo, que se haya contado con las capacidades de dos dibujantes tan cercanos al underground como Sam Henderson o Kaz... la colaboración musical en su día de "The Cramps", con directo guiño al grupo hardcore "Bad Brains"...). Como me ocurre con el cine de terror, "Bob Esponja" ejerce de zona de confort para mí. Es por ello que no únicamente lo consumo con todas las atenciones puestas en modo "On", también resulta ideal cuando pretendo pegarme una buena siesta. Y no se lo tomen como una falta de respeto, para nada. Me siento tan a gusto que, ante un capítulo ya consumido previamente (y, tal como anda hoy día el asunto, son la gran mayoría), alcanzo tal nivel de relax que, sí, termino quedándome sopa. Y tan feliz.
Podría ponerme ahora a mentar algunos de mis episodios favoritos (como "La cangreburger asquerosa", por ejemplo, o aquel del estrangulador... o el de la gorra "Nº 1"... o el del sarpullido -realmente angustioso-... o el de la acampada... ). O denunciar la pérdida de calidad de los más recientes, donde el absurdismo ha mutado en pura gilipollez, y el mismo "Bob Esponja" ya no es un cretino entrañable, es, directamente, un imbécil insufrible (todo ello, témome, por cortesía del antes citado Kaz, quien ganó en control, aplicando sus maneras sin demasiado buen ojo). Pero no. Las intenciones de este mamotreto apuntan a otro personaje de los varios que rodean a "Bob Esponja", estoy hablando de "Calamardo".
Quienes, como yo, sean adultos y adictos a la serie, se harán una leve idea de por qué dicho interés. Es cierto que la mongolez (a veces dañina y mal intencionada) de "Patricio" tiene muchísimo salero. Lo mismo que el tacañismo del "Señor Cangrejo". Pero es que, en mi posición, resulta muy sencillo identificarse con, incluso entender a, "Calamardo".
De entrada, se supone el personaje negativo de la serie. Lo más parecido a un villano. Es antipático, traicionero, hipócrita, retorcido, cruel, vanidoso, narcisista, vago... una mala persona, en definitiva. Pero, a su vez, es "el más inteligente" de todo el reparto, por así decirlo. Y, justo, en su "grisismo", el más humano. "Calamardo" no es malo, es como somos todos los adultos. Un saco de contradicciones, muchísima frustración y resultante amargura. Más considerando su condición de artista fracasado. Uno, encima, rodeado de auténticos gilipollas, que son los genuinos protagonistas, y héroes, del show.
"Calamardo" pinta cuadros, esculpe, escribe... pero, sobre todo, compone. Y le da gusto al clarinete. Por supuesto, se estrella en casi cada uno de sus intentos. Todos le detestan y desprecian sus capacidades. Todos menos el mismo "Bob Esponja", que le admira y, sin quererlo, supera en cuanto a talento. Quizás el mayor pecado de "Calamardo" sea aspirar al éxito, la fama, la adoración... ¿¿no es eso a lo que aspiramos todos aquellos con inquietudes creativas?? Podemos vender la moto de que lo hacemos para complacernos a nosotros y bla, bla pero, seamos honestos, raro es el que lo esputa con genuina sinceridad. Como respuesta, "Calamardo" vive en perpetuo estado de mal humor y aflicción. Encima, se ve obligado a trabajar en un grasiento "fast food", atendiendo a un público eminentemente imbécil o ejecutando las tareas más humillantes, algunas francamente despiadadas. Y cuando pretende relajarse, tomando su té, tocando su clarinete o leyendo revistas de arte, es continuamente interrumpido por sus insufribles vecinos ruidosos, cargantes y mal educados, "Bob Esponja" y "Patricio".
En una ocasión leí un artículo escrito por un experto en comportamiento infantil, donde enumeraba aquellos dibujos animados que consideraba poco instructivos para la chavalada. Por supuesto, "Bob Esponja" encabezaba la lista. Su humor absurdo, su, en ocasiones, mala leche (recuerdo un chiste muy cruel a costa del Alzheimer) y el disparate general, la hacen un producto carente de valores educativos. Por mi genial. Lo apruebo y aplaudo. Sin embargo, y aunque me joda, es cierto que existen factores reprochables. Tal vez no sean aquellos a los que un educador se referiría. Incluso puede que ni los haya detectado. Pero yo sí, y todos
giran en torno al personaje de "Calamardo".
Desde una óptica "infantil", es normal que se le considere el malo de la función. Resulta despreciable. Y, por contra, el bueno sea "Bob Esponja", que no deja de ser un niño bordeando cierto retraso mental. Pero los motivos por los que "Calamardo" se erige como un personaje negativo son los que me enervan: Para comenzar, lo pintan como un vago. Alguien que, a la que puede, se escaquea de su trabajo en el "fast food", durmiendo en el lavabo o leyendo sus revistas sobre arte. Se considera más positiva la devoción de "Bob Esponja" por currar a destajo, aunque su jefe, el "Señor Cangrejo", le explote y corresponda sus esfuerzos mal pagándole. Cualquier humano adulto con dos dedos de frente aprueba las maneras de "Calamardo", escaqueándose lo máximo posible de un curro basura para poder dedicar sus atenciones a aquellas cosas que de verdad le apasionan. No es un vago, simplemente le importa una puta mierda su laburo. ¿Y a quién no?. Y claro, aquí viene la coletilla propia de un juntaletras cuadriculado, ¿¿qué clase de mensaje estamos dando a los chavales?? ¿¿Que es mejor dejarse explotar por un usurero?? ¿¿que seguir tus sueños por encima de todas las cosas es un error?? ¿¿que el artista sin éxito carece de genuino talento y es justificado motivo de mofa??
Es lo único que me veo en la necesidad de recriminar a un producto que, como digo, en general me mola mucho. Vale, tal vez me lo esté tomando demasiado en serio y peque un poco de papanatas al escribir todo esto... pero también lo es que la serie la confeccionan adultos creativos. Algunos de ellos, incluso, y como decía, surgidos de cierto cómic alternativo. Así pues, no entiendo que continúen insistiendo en esos "mensajes" más bien conservadores. Y que "Calamardo" siga siendo blanco constante de sus dardos (es cierto que en alguna ocasión al pobre las cosas le han salido bien... aunque demasiado pocas). ¿A ninguno se la ha ocurrido aprovechar su posición para, sutilmente, cambiar un poco las tornas? ¿o es que, al considerarse artistas de éxito, machacan a aquel que ha fracasado? tal vez no se consideren artistas de éxito sino unos vendidos, en ese caso a lo mejor estemos hablando de auto-castigo. Ni idea.
jueves, 9 de octubre de 2025
martes, 7 de octubre de 2025
EL CANGURO
"El Canguro", inconfeso remake sui generis de la ochentera “Aventuras en la gran ciudad”, comienza con el ruidoso orgasmo de una jovencita a la que le están practicando un cunnilingus. Tras el clímax, asoma la cabeza un efervescente, ascendente y sonriente Jonah Hill satisfecho de haber realizado un buen trabajo. Ella le dice que cuanta razón tenía su madre, que hay que ver que bien comen el coño los chicos… simpáticos (por no llamarle gordo, asqueroso, o a saber). Hill dice que su secreto está en que en cada cunnilingus escribe un cuento con la lengua. A continuación, él exige su correspondiente fellatio. Ella se niega. Descubrimos que, eventualmente, la chavala le deja a él practicarle sexo oral aunque, por supuesto, ni siquiera le toca. Esa es la maravillosa puesta en escena de una película que pretende ser una comedia familiar con niños, un divertimento veraniego para toda la familia. A su modo homenajea lo que hacía un John Hughes, pero acaba convirtiéndose en una comedia de trazo muy grueso con sus chistes de pollas y cocaína. No hay ni una sola teta — algo ya normal en un film de 2011— pero sí un buen muestrario de actitudes políticamente incorrectas que es lo que más me llama la atención de la cinta porque, consumida hoy, hay que ver cómo ha cambiado la comedia y sus circunstancias en poco menos de 15 años.
La cosa va de un zángano que ha acabado la Universidad y está completamente desocupado viviendo con su madre separada. La noche que esta tiene una cita, le pide que vaya a hacer de canguro para los niños de una vecina, cosa a la que él accede a regañadientes ganándose así un dinero. Una vez en la casa, la chica que le deja comer el coño esporádicamente llama por teléfono. Está en una fiesta y precisa cocaína, por lo que nuestro protagonista coge el coche del padre de los chicos que cuida, los mete dentro del vehículo y parten a la gran ciudad en busca del camello que les proporcionará la droga. Durante el periplo, como a Elisabeth Shue y a sus chicos en el film mencionado arriba, les ocurrirán mil y una aventuras… solo que la Shue no buscaba cocaína.
Una muy divertida película concebida para el absoluto lucimiento de Jonah Hill, donde él se encuentra como pez en el agua siendo protagonista absoluto y donde hace todo un despliegue de sus capacidades cómicas para llevar a buen puerto una de las cintas más graciosas de la pasada década, previa de todo lo que le vendría después al actor (nominaciones a los Oscar, trabajar junto a consagrados directores como Tarantino o Scorsese...) que, sin embargo, a pesar de lo estupenda que es —moralina americana implícita en la comedia gamberra incluida, eso si— no contó con el beneplácito de público y crítica.
Michael De Luca en co-producción con la "20th Century Fox", muy inteligentemente, produjo un guion que estaba en la lista de los preferidos por los estudios de películas no realizadas en 2009. Se hizo con los derechos y dejó al director David Gordon Green y a Hill desmelenarse. Contaba con un presupuesto correcto que, si jugaba bien sus cartas, convertiría la película en un hit veraniego. Contó con 25 millones de dólares. Sin embargo, una vez terminada, tras un pase para los ejecutivos de la "Fox", no quedaron nada contentos con lo que vieron. Demasiado vocabulario vulgar y demasiada cocaína en una película que ellos creían infantil. Quisieron dejarla en las latas prácticamente. Y no se estrenó en verano por esos motivos. Tuvo que ser sometida a cortes.
Naturalmente, productor y actor pusieron el grito en el cielo, pero la "Fox" no pensaba llevar a los cines, bajo ningún concepto, una película en la que un menor roba un huevo con más de un kilo de cocaína en su interior, que se rompe dentro de un coche lleno de niños y, espolvoreada, acaba yendo a parar a la cara del personaje de Jonah Hill. Sin embargo, el estudio comprendía el estilo excesivo del humor del actor y llegarían a un acuerdo. Someterían la película a cortes, pero no serían demasiado severos dejando el montaje original del director intacto para comercializar en versión extendida en DVD. Hill y Gordon Green aceptaron. Al no haber llegado al verano, la siguiente fecha de estreno sería Navidades.
Como estrategia comercial a Jonah Hill se le ocurrió poner su número de teléfono personal en el pre-afiche que anunciaba la película. En él, aparece su fotografía y una inscripción que reza: “¿necesita un canguro?”, debajo, unas tiras con el teléfono: (917) 409-7838. Cuando alguien llamaba, podía encontrarse con un mensaje de contestador que ofrecía los servicios de Hill como canguro, o bien, lo cogía el propio actor y charlaba con su interlocutor, recomendándole que fuese a ver la película, el muy cachondo.
Se estrenó en Navidades coincidiendo en cartelera con otra comedia de temática festiva, “Noche de año nuevo” de Garry Marshall y el público prefirió esta ese fin de semana, con lo que “El Canguro” pasó un poco inadvertida. Al final de su carrera, había recaudado en todo el mundo 35 millones. No perdió dinero en absoluto, pero las ganancias tampoco fueron las suficientes como para que la "Fox" la considerase un éxito. Más bien la consideró un fracaso. Para más inri, las críticas fueron demoledoras. Y, con el tiempo, parecía que los fans iban a otorgarle estatus de culto, pero no. A día de hoy se trata de una película ya olvidada.
En España, por supuesto, pasó por salas y en formato doméstico sin pena ni gloria desde el día uno, solo se enteraron de su existencia los más interesados en el trabajo de Jonah Hill y, desde hace ya un tiempo, la comedia americana en todas sus vertientes languidece en la oferta cinematográfica.
Junto a Hill en el reparto, además de una serie de niños no demasiado insoportables, tenemos a un descacharrante Sam Rockwell que interpreta a un violento camello con serios problemas afectivos. También contamos con el cameo de uno de los raperos menos efectivos en el cine, Method Man de los "Wu-Tang Clan", que se cree más gracioso de lo que realmente es, que es poco.
Dirige David Gordon Green, responsable de cintas como “Superfumados” o “Caballeros, princesas y otras bestias” así como la última —y extraña— trilogía de “Halloween” o “El Exorcista: Creyente”. Si en la comedia resulta un autor bastante eficiente, en estos "reboots" de cine de terror es un "bluff".
sábado, 4 de octubre de 2025
SATURNO 3

Bien, todo esto ocurrió en 1980. Vista ahora, y considerando la agradecida duración de escasos 83 minutos, "Saturno 3" gana muchos puntos. Es entretenida, el diseño de producción, los decorados y efectos especiales no tienen nada que envidiar a lo más granado de lo que se cocía entonces, el robot -"Hector"- está un rato guapo (aunque no nos expliquen cómo logra zafarse de ciertas situaciones considerando su tamaño y la ausencia de rodillas) y, en fin, que es una película más que solvente si buscas pasar el ratejo.
A nota personal añadiré que vi "Saturno 3" en el cine cuando contaba con seis o siete añitos (a menos que fuese una reposición, pero no me suena). Alguien de la familia pensaría que se trataba de otra "Guerra de las galaxias", desconociendo su genuina condición de thriller y que, además de desnudos (vemos las tetas a la Fawcett, aunque menos que el bul de Douglas), contenía una ración considerable de violencia y sangre. Por supuesto, todo ello me impactó muchísimo y acompañó durante años: el tipo partido en mil pedazos por efecto de una succión directa al espacio, la mano cercenada, la cabeza decapitada. Suerte que, antes de su estreno, Lew Grade decidió extirpar un par de escenas mucho más burras que consideró de sumo mal gusto, destacando el descuartizamiento de Harvey Keitel en manos de su robot. Llego a ver un "Saturno 3" con ese material incorporado y directamente me sacan del cine en camilla y del todo catatónico.
Soy perfectamente consciente de lo chulo que es el cartel yanki original, merecería el puesto de honor ilustrando la reseña, pero el español, con esa Farrah Fawcett con cara de palo y pinta de travelo, me puede...
martes, 30 de septiembre de 2025
VAYA RESACA
Obvia película para lucimiento del palmito y supuesta vis cómica de Elisabeth Banks, que en un principio se las antoja irreverente a costa de un puñado de chistes sobre tetas, culos, crack y putas, pero que, imponiéndose la más repugnante moralina americana, al final se convierte en una película para todos los públicos. Y la Banks, siempre en plano y guapa aunque la arrastren por el fango, posiblemente sea la culpable de que al final el desmadre no vaya a más. La película entera parece concebida para que, con una iluminación muy tenue, veamos a la actriz en ropita interior. El verdadero protagonista es el vestidito amarillo de putón —así se refieren al mismo en la película— que viste Elisabeth Banks y la mete en mil y un líos durante el viajecito a pie que realizará para atravesar la ciudad desde la cama del individuo que se la liga en una noche de fiesta, hasta el estudio de televisión donde trabaja.
Y es que Meghan (la Banks), una reportera pulcra y sin escándalos sexuales o de drogas, pierde el puesto de presentadora de noticias ante su única rival. En consecuencia, sale de de juerga por la noche para celebrar su fracaso y, a la mañana siguiente, en la cama de un desconocido, descubre que finalmente va a ser a ella a la que van a contratar para el puesto en lugar de su rival, con un pasado controvertido. De manera que sale de la casa de ese tío a mitad de la noche sin dinero, sin vehículo, y vestida únicamente con el vestido amarillo antes mencionado. En adelante, sufrirá todo tipo de vicisitudes (como que la confundan constantemente con una prostituta que la chupa a cambio de crack) hasta que llega a su destino.
“Vaya resaca” es del montón. Se deja ver, sin más, y se olvida antes de que termine. Puro “fast food” del "Wendi’s" (no del "McDonalds").
Durante una de las muchas desventuras que sufre nuestra protagonista, acaba en una casa de crack haciendo amistad con unos yonkies. Curiosamente, aparece el actor Alphonso McAuley interpretando a un adicto que recuerda ligeramente al que interpretó el cómico Chris Rock en “New Jack City” de Mario Van Peebles. Poco a poco, cuando vemos como suelta líneas de diálogo exactas a las que soltaba Rock en aquella película, nos damos cuenta de que se trata de un guiño paródico, y ya salimos de toda duda cuando llaman al personaje por el mismo nombre, "Pookie". Lo que sigo sin entender es por qué el guiño y a cuento de qué. Una bizarrada.
Sin mucho más que destacar, decir que el personaje de la Banks llega a sacar de quicio al espectador, pero no tanto como su partenaire masculino, James Mardsen, quien de puro meloso lamentamos que su muerte como "Cíclope" en “X-Men: La decisión final” sea solo una ficción.
El título original de la cinta me parece estupendo: “The walk of shame”, es decir, “El camino de la vergüenza”. Una vergüenza, sin duda, es también el título elegido para distribuirla en nuestro país.
Dirige el asunto Steven Brill, actor ocasional y responsable de insulsas comedias como, por ejemplo, “De perdidos al río”. Un director tan del montón, igual que la película recién reseñada, cuya filmografía ha llegado a España con cuenta gotas y para el mercado del vídeo, excepto si alguna de sus películas estaba diseñada al servicio de Adam Sandler.
Y es que Meghan (la Banks), una reportera pulcra y sin escándalos sexuales o de drogas, pierde el puesto de presentadora de noticias ante su única rival. En consecuencia, sale de de juerga por la noche para celebrar su fracaso y, a la mañana siguiente, en la cama de un desconocido, descubre que finalmente va a ser a ella a la que van a contratar para el puesto en lugar de su rival, con un pasado controvertido. De manera que sale de la casa de ese tío a mitad de la noche sin dinero, sin vehículo, y vestida únicamente con el vestido amarillo antes mencionado. En adelante, sufrirá todo tipo de vicisitudes (como que la confundan constantemente con una prostituta que la chupa a cambio de crack) hasta que llega a su destino.
“Vaya resaca” es del montón. Se deja ver, sin más, y se olvida antes de que termine. Puro “fast food” del "Wendi’s" (no del "McDonalds").
Durante una de las muchas desventuras que sufre nuestra protagonista, acaba en una casa de crack haciendo amistad con unos yonkies. Curiosamente, aparece el actor Alphonso McAuley interpretando a un adicto que recuerda ligeramente al que interpretó el cómico Chris Rock en “New Jack City” de Mario Van Peebles. Poco a poco, cuando vemos como suelta líneas de diálogo exactas a las que soltaba Rock en aquella película, nos damos cuenta de que se trata de un guiño paródico, y ya salimos de toda duda cuando llaman al personaje por el mismo nombre, "Pookie". Lo que sigo sin entender es por qué el guiño y a cuento de qué. Una bizarrada.
Sin mucho más que destacar, decir que el personaje de la Banks llega a sacar de quicio al espectador, pero no tanto como su partenaire masculino, James Mardsen, quien de puro meloso lamentamos que su muerte como "Cíclope" en “X-Men: La decisión final” sea solo una ficción.
El título original de la cinta me parece estupendo: “The walk of shame”, es decir, “El camino de la vergüenza”. Una vergüenza, sin duda, es también el título elegido para distribuirla en nuestro país.
Dirige el asunto Steven Brill, actor ocasional y responsable de insulsas comedias como, por ejemplo, “De perdidos al río”. Un director tan del montón, igual que la película recién reseñada, cuya filmografía ha llegado a España con cuenta gotas y para el mercado del vídeo, excepto si alguna de sus películas estaba diseñada al servicio de Adam Sandler.
sábado, 27 de septiembre de 2025
MUTACIÓN ASESINA
El caso de John McNaughton es ya todo un clásico. Cineasta que comienza la casa por el tejado, rodando como debut una -dicen- obra maestra, "Henry, retrato de un asesino" -para mi algo sobrevalorada-, que se verá incapaz de igualar el resto de su trayectoria, inclumpliendo así el rol prometido de nuevo super talento.
Entre la realización de la susodicha y su posterior descubrimiento, pasó el suficiente tiempo para que el muchacho tuviese que buscarse las habichuelas dirigiendo un mero encargo. Las consiguientes obligaciones contractuales de la respectiva promoción le llevaron a ciertos festivales y eventos... justo cuando su primera película comenzaba a petarlo. Claro, así las cosas, McNaughton se encontró en la tesitura de tener que justificarse. ¿Cómo era posible que el tipo responsable de rodar las desventuras criminales de Henry Lee Lucas, con todos sus -supuestos- buenos resultados, firmara ahora una cosa tan costrosa como "Mutación Asesina" ("The Borrower" en versión original, algo así como "El que toma prestado" o "El prestatario")?. Es por ello que, en su visita al Festival de Sitges de la época, el cineasta reconociera sin remilgos la escasa calidad de su segunda obra y explicara que la hizo por dinero. Eso, sin duda, aclararía el descalabro. Y si no lo digo reviento cual supernova: en esa misma edición fue donde conseguí su autógrafo... aunque, irónicamente, todavía no había visto nada suyo. Lo que ocurrió es que estábamos en la puerta del hotel esperando a nuestros verdaderos héroes, Bruce Campbell y Ted Raimi, al salir antes McNaughton le reconocí y me dije aquello de "¿por qué no aprovechar la ocasión?", de ahí que le pidiésemos su firma, con las mismas pocas ganas, convicción y entusiasmo con las que él cumplió y las mismas que invirtió en dirigir esta "Mutación Asesina".
Hay un marciano tan tan malo que los de su especie castigan abandonándolo en la tierra, previa conversión a aspecto de ser humano. El problema es que el disfraz dura un tiempo limitado y, llegado el momento, se verá obligado a sustituir la cabeza, arrancándosela al primer pobre diablo con el que se cruce. Y, básicamente, esa es toda la trama de "Mutación Asesina", el alienígena andando de acá para allá, sustrayendo perolos, interactuando con el "lumpen".... y, por aquello de darle un poco más de color al asunto, pues la historia paralela de la policía que investiga las muertes y cierto drama personal con un criminal que se le escapó y cuyo jeto, inevitablemente, será mangado por el visitante, cerrando así el círculo en plan cabriola. Y digo cerrar "entrecomilladamente", porque el desenlace es tan abrupto como tontaina y precipitado.
Es hasta curioso lo, ¿cómo decirlo?, desganada e insulsa que es una película yanki rodada a finales de los ochenta (aunque lanzada ya en los noventa por retrasos de la distribuidora y demás zarandajas legales) con justo pero tampoco ultra-escaso montante, protagonizada por Rae Dawn Chong y con efectos especiales "old school" del talentoso Kevin Yagher. Quiero decir que, ni vista hoy, con toda la nostalgia y bla, bla, se salva. La carencia de absolutamente todo, suspense, emoción, miedo, acción, risas (se supone en parte comedia, pero está tan mal aplicada que más bien se asemeja a simple incapacidad) contribuyen a que la experiencia se torne tremendamente aburrida. De verdad, es inaudito. Se nota el absoluto desinterés de John McNaughton, se transmite y traspasa, incluso contagia. Tal vez unas manos más adecuadas podrían haber aportado algo, ni que fuese ínfimo, porque elementos hay (aunque, obviamente, lo más llamativo son las escenas de látex en ebullición), pero nada, que no. Tampoco vamos ahora a decir que el guion de Mason Nage, sin duda posteriormente retocado por Richard Fire -responsable del de "Henry, retrato de una asesino"-, fuese una maravilla. Así que en parte es igualmente culpable.
Acompañan a la Dawn Chong, Tom Towles (justo salido de "Henry...", donde interpretó a un memorable y repugnante "Otis"), el eterno poli del cine Don Gordon, Antonio Fargas y Tony Amendola. Kevin Yagher viene asistido por la "KNB Group" al completo, para la ocasión reducidos a un inhabitual segundo -o tercer- lugar.
En la banda sonora suena bastante y decente punkismo, sin embargo no he reconocido a ninguno de los combos correspondientes.
Entre la realización de la susodicha y su posterior descubrimiento, pasó el suficiente tiempo para que el muchacho tuviese que buscarse las habichuelas dirigiendo un mero encargo. Las consiguientes obligaciones contractuales de la respectiva promoción le llevaron a ciertos festivales y eventos... justo cuando su primera película comenzaba a petarlo. Claro, así las cosas, McNaughton se encontró en la tesitura de tener que justificarse. ¿Cómo era posible que el tipo responsable de rodar las desventuras criminales de Henry Lee Lucas, con todos sus -supuestos- buenos resultados, firmara ahora una cosa tan costrosa como "Mutación Asesina" ("The Borrower" en versión original, algo así como "El que toma prestado" o "El prestatario")?. Es por ello que, en su visita al Festival de Sitges de la época, el cineasta reconociera sin remilgos la escasa calidad de su segunda obra y explicara que la hizo por dinero. Eso, sin duda, aclararía el descalabro. Y si no lo digo reviento cual supernova: en esa misma edición fue donde conseguí su autógrafo... aunque, irónicamente, todavía no había visto nada suyo. Lo que ocurrió es que estábamos en la puerta del hotel esperando a nuestros verdaderos héroes, Bruce Campbell y Ted Raimi, al salir antes McNaughton le reconocí y me dije aquello de "¿por qué no aprovechar la ocasión?", de ahí que le pidiésemos su firma, con las mismas pocas ganas, convicción y entusiasmo con las que él cumplió y las mismas que invirtió en dirigir esta "Mutación Asesina".
Hay un marciano tan tan malo que los de su especie castigan abandonándolo en la tierra, previa conversión a aspecto de ser humano. El problema es que el disfraz dura un tiempo limitado y, llegado el momento, se verá obligado a sustituir la cabeza, arrancándosela al primer pobre diablo con el que se cruce. Y, básicamente, esa es toda la trama de "Mutación Asesina", el alienígena andando de acá para allá, sustrayendo perolos, interactuando con el "lumpen".... y, por aquello de darle un poco más de color al asunto, pues la historia paralela de la policía que investiga las muertes y cierto drama personal con un criminal que se le escapó y cuyo jeto, inevitablemente, será mangado por el visitante, cerrando así el círculo en plan cabriola. Y digo cerrar "entrecomilladamente", porque el desenlace es tan abrupto como tontaina y precipitado.
Es hasta curioso lo, ¿cómo decirlo?, desganada e insulsa que es una película yanki rodada a finales de los ochenta (aunque lanzada ya en los noventa por retrasos de la distribuidora y demás zarandajas legales) con justo pero tampoco ultra-escaso montante, protagonizada por Rae Dawn Chong y con efectos especiales "old school" del talentoso Kevin Yagher. Quiero decir que, ni vista hoy, con toda la nostalgia y bla, bla, se salva. La carencia de absolutamente todo, suspense, emoción, miedo, acción, risas (se supone en parte comedia, pero está tan mal aplicada que más bien se asemeja a simple incapacidad) contribuyen a que la experiencia se torne tremendamente aburrida. De verdad, es inaudito. Se nota el absoluto desinterés de John McNaughton, se transmite y traspasa, incluso contagia. Tal vez unas manos más adecuadas podrían haber aportado algo, ni que fuese ínfimo, porque elementos hay (aunque, obviamente, lo más llamativo son las escenas de látex en ebullición), pero nada, que no. Tampoco vamos ahora a decir que el guion de Mason Nage, sin duda posteriormente retocado por Richard Fire -responsable del de "Henry, retrato de una asesino"-, fuese una maravilla. Así que en parte es igualmente culpable.
Acompañan a la Dawn Chong, Tom Towles (justo salido de "Henry...", donde interpretó a un memorable y repugnante "Otis"), el eterno poli del cine Don Gordon, Antonio Fargas y Tony Amendola. Kevin Yagher viene asistido por la "KNB Group" al completo, para la ocasión reducidos a un inhabitual segundo -o tercer- lugar.
En la banda sonora suena bastante y decente punkismo, sin embargo no he reconocido a ninguno de los combos correspondientes.
jueves, 25 de septiembre de 2025
MINUTOS MUSICALES 39: DOWN BY LAW
Comandados siempre por Dave Smalley, "Down by law" debutaron a principios de los noventa con dos discos -"Down by Law" y "Blue"- que no eran nada del otro jueves, ni llamaron demasiado la atención, pero se dejaban escuchar agradablemente, cosa que prueban temas como "Mat Gleason is God" (del primero) o "Finally Here" (del segundo). Lo realmente notable aquí es quien los editaba, una "Epitaph" apuntito de dar el salto al "mainstream". Entonces ocurrió lo que tenía que ocurrir: explosión del "nuevo punk", ascensión de la discográfica y, con ella, buena parte de sus bandas, sobre todo aquellas más afines a las maneras compositivas que entonces demandaba la galería, es decir, melodía acelerada. A los "Down by Law" les vino de perlas, porque era lo que llevaban haciendo desde el primer disco y para el tercero -pero, hasta cierto punto, primero con cara y ojos- tiraron de lo mismo, ya muy perfeccionado, añadiéndole unas dosis de "punkismo" extra y autoconsciente (¿y oportunista?) tal y como aclaraba el llamativo título, "Punkrockacademyfightsong". Táctica que en los dos lp´s previos resultaba más sutil, menos gráfica, visible y redundante. En cualquier caso resultó ser su mejor creación. Intentarían repetir la formula en las grabaciones siguientes pero, según recuerdo, nunca lo consiguieron (vale, debería revisarlas). "Down by Law" vivieron su momento de gloria en el lugar preciso, el día y a la hora correcto/as, con ventas abundantes y críticas generosas, y eso fue todo.
Centrándonos en este "Punrockacademyblabla...", lo cierto es que se erige como un disco notable, donde los temas melódicos propios del conjunto, y muy logrados, como "Hit or miss", "Sympathy for the world", "Bright Green Globe" o "Minusame" -ejerciendo de muestrario sonoro al final del texto-, se entremezclan inteligentemente con otros más veloces y contundentes -algunos mediante mucha guasa- como "Drummin´ Dave, hunter up", "Punk as fuck", "Haircut" -un palo al entonces mediático "grunge"... salvo "Nirvana", como ellos mismos puntualizan cobardemente- o "Sam I" -mi favorito-. Pone la guinda una tonadilla pastelosa que, encima, funciona muy bien, "Goodnight Song".
A día de hoy, y fieles a esa idea tan yanki de estirar el chicle "ad infinitum" a pesar de llevar años reseco, "Down by Law" sigue subiéndose a los escenarios sin generar ya ningún eco.
Centrándonos en este "Punrockacademyblabla...", lo cierto es que se erige como un disco notable, donde los temas melódicos propios del conjunto, y muy logrados, como "Hit or miss", "Sympathy for the world", "Bright Green Globe" o "Minusame" -ejerciendo de muestrario sonoro al final del texto-, se entremezclan inteligentemente con otros más veloces y contundentes -algunos mediante mucha guasa- como "Drummin´ Dave, hunter up", "Punk as fuck", "Haircut" -un palo al entonces mediático "grunge"... salvo "Nirvana", como ellos mismos puntualizan cobardemente- o "Sam I" -mi favorito-. Pone la guinda una tonadilla pastelosa que, encima, funciona muy bien, "Goodnight Song".
A día de hoy, y fieles a esa idea tan yanki de estirar el chicle "ad infinitum" a pesar de llevar años reseco, "Down by Law" sigue subiéndose a los escenarios sin generar ya ningún eco.
martes, 23 de septiembre de 2025
LOS CHICOS DE ORO
Previamente al estreno de “Los chicos de oro” en los USA, el director Gary Preisler aseguraba que su película auspiciada por “National Lampoon” disponía de personajes claramente reconocibles para el público y situaciones cómicas memorables. En ese sentido, “Los chicos de oro” no tenía nada que envidiar a títulos del “Lampoon” original como “Desmadre a la americana” o “Las vacaciones de una chiflada familia americana”. Comparaba su película nada menos que con los mejores y más exitosos clásicos del sello. Muy presuntuoso resultó ser el señor Preisler ya que “Los chicos de oro”, además de pagar una cifra tampoco muy cuantiosa por llevar el sello “National Lampoon” encima del título, fue considerada por críticos especializados como una de las peores películas de la historia. Supuso un desastre financiero irrecuperable al no llegar a recaudar, en todo el mundo, ni tan siquiera 900.000 dólares. Su estreno de apertura fue una catástrofe en los Estados Unidos con salas completamente vacías durante el fin de semana y una taquilla incapaz de alcanzar los 400.000 dólares. No duró en cartel más de una semana. Fue ya con su lanzamiento en DVD que pasó del millón de dólares de ventas por copia a videoclubes, pero ni por esas se trató, en modo alguno, de un producto rentable.
Y es que se trata de una película a todas luces flojita, con ingredientes que, bien mezclados, bien ejecutados en pantalla, podían haber dado como resultado una divertida comedia, pero que en manos de un director como Preisler, quien debutaba en la gran pantalla con desmedido entusiasmo y tirándose el moco más de la cuenta, se convierten en un film antipático e irritante. Además de promover la gerontofília. Ni que esto fuera “Harold y Maude”.
Calvin y Leonard, son dos jóvenes proletarios que, tras pasarse la vida en trabajos de mierda, deciden un día hacer algo para ganar dinero y obtener mujeres y sexo, que es lo que más anhelan. Así, acaban en la cárcel, cuando dos ancianitas millonarias deciden pagar sus fianzas. Como las ven viejas, Calvin y Leonard deciden casarse con ellas, aguantar hasta que se mueran, y poder heredar su emporio, que es el de los preservativos "Mindt". Lo que no saben ellos es que las viejas en realidad están arruinadas y lo que planean es casarse con los jóvenes, hacerles un seguro de vida, después asesinarles, cobrar y así poder seguir con su estilo de vida. La cosa se enredará por un lado cuando entran en escena las tetas y el culo de una escultural joven llamada Charlene, de la que Calvin quedará prendado, por otro, cuando Leonard se enamora perdidamente de una de las ancianas y se truncan sus perversos planes iniciales.
“Los chicos de oro”, “Gold Diggers” en su versión original (que traducido vendría a decir algo así como “Vividores”) es un film meramente testimonial en el que la presencia de algún culo desnudo —poca cosa— está ahí de manera gratuita, simplemente para justificar su condición de comedia sexual. En cuanto a la etiqueta de “una de las peores películas de la historia”, ni tan siquiera llega a eso, es demasiado insulsa. Ojalá fuera una de las peores películas… eso la convertiría por derecho propio en un producto de interés, pero esto es pura comida rápida, de la que sienta mal; de la que una vez consumida, hay que ir al servicio para echar la pota o cagar.
En el reparto tenemos a Will Friedle, con menos carisma que una bolsa de basura roída y cuyo destino ideal sería la televisión; Chris Owen, pelirrojo, feo, orejudo y con un aspecto juvenil que le ha servido para ser —casi— un icono de la “teen comedy” de las dos últimas décadas, apareciendo en films como “Ya no puedo esperar”, “American Pie” y alguna de sus secuelas o “Van Wilder: Animal Party”; secundan las dos ancianas, Louise Lasser, que de joven apareció en montones de películas de las cuales nombraremos "Bananas" de Woody Allen y Renée Taylor, presente en “Los productores” de Mel Brooks. También en el reparto tenemos las tetas y el culo de la medio anoréxica Nikki Ziering, modelo "Playboy" en los 90 y adicta a la cocaína en la actualidad, que era una presencia recurrente —como podía serlo la de cualquier modelo— cuando hacía falta una tía buena sin demasiada personalidad en cualquier mala película de tres al cuarto.
En cuanto a Gary Preisler, tras el descalabro financiero —y artístico—, no volvería a dirigir película alguna, dedicándose a la producción, campo este en el que si tampoco ha parido ningún gran éxito, sí le ha ido algo mejor. Aunque tampoco importa mucho.
Y es que se trata de una película a todas luces flojita, con ingredientes que, bien mezclados, bien ejecutados en pantalla, podían haber dado como resultado una divertida comedia, pero que en manos de un director como Preisler, quien debutaba en la gran pantalla con desmedido entusiasmo y tirándose el moco más de la cuenta, se convierten en un film antipático e irritante. Además de promover la gerontofília. Ni que esto fuera “Harold y Maude”.
Calvin y Leonard, son dos jóvenes proletarios que, tras pasarse la vida en trabajos de mierda, deciden un día hacer algo para ganar dinero y obtener mujeres y sexo, que es lo que más anhelan. Así, acaban en la cárcel, cuando dos ancianitas millonarias deciden pagar sus fianzas. Como las ven viejas, Calvin y Leonard deciden casarse con ellas, aguantar hasta que se mueran, y poder heredar su emporio, que es el de los preservativos "Mindt". Lo que no saben ellos es que las viejas en realidad están arruinadas y lo que planean es casarse con los jóvenes, hacerles un seguro de vida, después asesinarles, cobrar y así poder seguir con su estilo de vida. La cosa se enredará por un lado cuando entran en escena las tetas y el culo de una escultural joven llamada Charlene, de la que Calvin quedará prendado, por otro, cuando Leonard se enamora perdidamente de una de las ancianas y se truncan sus perversos planes iniciales.
“Los chicos de oro”, “Gold Diggers” en su versión original (que traducido vendría a decir algo así como “Vividores”) es un film meramente testimonial en el que la presencia de algún culo desnudo —poca cosa— está ahí de manera gratuita, simplemente para justificar su condición de comedia sexual. En cuanto a la etiqueta de “una de las peores películas de la historia”, ni tan siquiera llega a eso, es demasiado insulsa. Ojalá fuera una de las peores películas… eso la convertiría por derecho propio en un producto de interés, pero esto es pura comida rápida, de la que sienta mal; de la que una vez consumida, hay que ir al servicio para echar la pota o cagar.
En el reparto tenemos a Will Friedle, con menos carisma que una bolsa de basura roída y cuyo destino ideal sería la televisión; Chris Owen, pelirrojo, feo, orejudo y con un aspecto juvenil que le ha servido para ser —casi— un icono de la “teen comedy” de las dos últimas décadas, apareciendo en films como “Ya no puedo esperar”, “American Pie” y alguna de sus secuelas o “Van Wilder: Animal Party”; secundan las dos ancianas, Louise Lasser, que de joven apareció en montones de películas de las cuales nombraremos "Bananas" de Woody Allen y Renée Taylor, presente en “Los productores” de Mel Brooks. También en el reparto tenemos las tetas y el culo de la medio anoréxica Nikki Ziering, modelo "Playboy" en los 90 y adicta a la cocaína en la actualidad, que era una presencia recurrente —como podía serlo la de cualquier modelo— cuando hacía falta una tía buena sin demasiada personalidad en cualquier mala película de tres al cuarto.
En cuanto a Gary Preisler, tras el descalabro financiero —y artístico—, no volvería a dirigir película alguna, dedicándose a la producción, campo este en el que si tampoco ha parido ningún gran éxito, sí le ha ido algo mejor. Aunque tampoco importa mucho.
sábado, 20 de septiembre de 2025
EFECTOS ESPECIALES
"Efectos Especiales" es una película del año 1984 dirigida y escrita por el legendario Larry Cohen. Y todos sabemos de sobras que a este caballero le chorreaban las buenas ideas, aunque no siempre sabía trasladarlas del todo bien a la pantalla.
El punto de partida, pues, es cojonudo: Un director de cine en horas bajas recibe la visita de una aspirante a actriz. A los pocos minutos terminan encamados. Pero ella se da cuenta de que una cámara oculta los filma. Se mosquea y comienza a insultar al tipejo. Este, humillado, la mata estrangulándola. Obsesionado como está con la muerte plasmada en celuloide, decide convertir el material real en parte de un biopic sobre la muchacha, manipulando todo ello con el fin de evitar que cante su condición genuina y, de paso, logrando engatusar al policía que investiga el crimen y al viudo de la víctima, esperando que este último sea quien pague el pato. Para rematarlo, aparece una chavala que es idéntica a la asesinada y protagonizará el film, así como el consiguiente drama.
Ya me dirán si no suena bien. Cohen emulando y modernizado a Alfred Hitchcock. ¿Y lo consigue? no del todo. Cuesta decidir qué es lo que falla en "Efectos Especiales", pero algo falla. Quizás el tema "snuff" podría haber dado para más y Cohen lo deja ahí un poco al margen. Estéticamente toda ella resulta algo acartonada. E incluye una escena de amor tan hortera y ridícula que te crujirán los dientes de vergüenza ajena. Puede que también los personajes no enganchen, resultan algo antipáticos. O, directamente, tal vez sea cosa de los actores, poco carismáticos, especialmente la chavala (Zoë Lund, conocida por sus colaboraciones con Abel Ferrara en "Ángel de venganza" y "Teniente Corrupto") o su viudo, Brad Rijn (quien venía de coprotagonizar ese clásico del cine "indie" que fue "La chica de Nueva York" y limitaría el resto de su carrera a películas de Larry Cohen. Por algo será). Un pelín mejor se lo montan el poli que investiga el crimen, Kevin O'Connor (estuvo en "La maldición de los Bishop") y, por supuesto, el villano, Eric Bogosian, el único que haría algo de carrera posterior gracias a títulos como el "Hablando con la muerte" de Oliver Stone, "Eclipse Total" o "Desmontando a Harry" de Woody Allen, aunque a mi siempre me moló como el antagonista de Steven Seagal en "Alerta Máxima 2". No es que el hombre lo haga mal, ni mucho menos, pero no sé... tampoco termina de convencerme, la verdad.
Así pues, "Efectos Especiales" entraría en el grupo de las películas más o menos fallidas de Larry Cohen, aquellas en las que se nota su maestría a la hora de escribir (funciona muy bien cómo encadena hechos y situaciones), pero pierden fuerza al convertirlas en imágenes (incluidas esas tan típicas del cineasta rodadas sin permiso legal en pleno centro de Nueva York, con todos los viandantes mirando a cámara... aunque tampoco lo considero un fallo, más bien algo entrañable).
Ya me dirán si no suena bien. Cohen emulando y modernizado a Alfred Hitchcock. ¿Y lo consigue? no del todo. Cuesta decidir qué es lo que falla en "Efectos Especiales", pero algo falla. Quizás el tema "snuff" podría haber dado para más y Cohen lo deja ahí un poco al margen. Estéticamente toda ella resulta algo acartonada. E incluye una escena de amor tan hortera y ridícula que te crujirán los dientes de vergüenza ajena. Puede que también los personajes no enganchen, resultan algo antipáticos. O, directamente, tal vez sea cosa de los actores, poco carismáticos, especialmente la chavala (Zoë Lund, conocida por sus colaboraciones con Abel Ferrara en "Ángel de venganza" y "Teniente Corrupto") o su viudo, Brad Rijn (quien venía de coprotagonizar ese clásico del cine "indie" que fue "La chica de Nueva York" y limitaría el resto de su carrera a películas de Larry Cohen. Por algo será). Un pelín mejor se lo montan el poli que investiga el crimen, Kevin O'Connor (estuvo en "La maldición de los Bishop") y, por supuesto, el villano, Eric Bogosian, el único que haría algo de carrera posterior gracias a títulos como el "Hablando con la muerte" de Oliver Stone, "Eclipse Total" o "Desmontando a Harry" de Woody Allen, aunque a mi siempre me moló como el antagonista de Steven Seagal en "Alerta Máxima 2". No es que el hombre lo haga mal, ni mucho menos, pero no sé... tampoco termina de convencerme, la verdad.
Así pues, "Efectos Especiales" entraría en el grupo de las películas más o menos fallidas de Larry Cohen, aquellas en las que se nota su maestría a la hora de escribir (funciona muy bien cómo encadena hechos y situaciones), pero pierden fuerza al convertirlas en imágenes (incluidas esas tan típicas del cineasta rodadas sin permiso legal en pleno centro de Nueva York, con todos los viandantes mirando a cámara... aunque tampoco lo considero un fallo, más bien algo entrañable).
martes, 16 de septiembre de 2025
SEYTAN
No había visto yo todavía a estas alturas “Seytan”, popularmente conocida como “El Exorcista Turco” y que tuvo su momento de auge y pitorreo por parte del fandom posmoderno (que se metamorfosea y ya no habla tanto de ella) a principios de siglo, cuando gracias a Internet se filtró alguna copia y ya todo dios pudo verla. También hay que agradecer la expansión del fenómeno a Pete Tombs y su imprescindible libro “Mondo Macabro” quien, prácticamente, dijo al mundo que en los países orientales se hacía cine fantástico y los turcos en concreto eran especialmente curiosos.
Como fuere, el caso es que me ha pillado haciendo un ciclo completo de la saga de “El exorcista” y, por supuesto, ahora es el turno de sus exploits, comenzando por “Seytan”, que ha sido motivo de mofas durante lustros.
No es ningún misterio que la película es una copia plano a plano de la original de 1973, pero con matices. Incluye escenas que no vemos en la de William Friedkin pero sí estaban en la novela y el guion original de William Peter Blatty, por lo que se especula con el filtraje de dicho libreto. Por otro lado, Turquía es un país islámico, por lo que toda la parafernalia católica queda excluida en pro de una muy sutil musulmana; ahora no es “el poder de cristo” quién obliga a nuestra poseída, sino “el poder de alá”. No obstante, los equivalentes del padre "Karras" y el padre "Merrin" turcos, no son imanes -y no hablo de aquellos que se pegan a la puerta de la nevera-, sino, simplemente, dos tipos con mucho conocimiento sobre exorcismos.
Visto esto, como decía la película se dedica a recrear secuencia a secuencia “El Exorcista”, muchas veces calcando hasta los diálogos. El “Tubular Bells” suena sin parar, y la "Regan" turca, aquí llamada "Gul", es una niña que, según desde donde la iluminen, es bastante parecida a Linda Blair. Todo ello ejecutado con un presupuesto mínimo y maquillajes y efectos especiales no tan conseguidos como los de la original. De hecho, más que cualquier otro aspecto, son estos maquillajes y efectos especiales los que destaca el fandom a la hora de reírse de "Seytan", cosa que, por otro lado, es absolutamente normal.
Bien, he visto suficientes "exploits" turcos para saber de qué pie cojean y comprender el por qué de la comedia involuntaria, y las risas del respetable al respecto. Por ejemplo “3 Dev Adam” es completamente ridícula con ese "crossover" entre el Capitán América, el Santo y Spider-Man, máxime cuando vemos los disfraces que les han puesto y unas pobladas cejas asomar por los huecos para los ojos de la máscara del hombre araña. Claro, en esa historia "Spidey" es el malo de la función, por lo que lo suyo es que le asomen las cejas… ¡ y además lleva vaqueros! En fin, todo muy marciano, muy loco, muy descabellado.
Pero “Seytan” no es esa clase de película y, si obviamos los notables problemas presupuestarios, yo creo que se trata de un remake bastante “digno”. No es tan ridículo, ni marciano como el resto de películas turcas que se hicieron en la época y, por momentos, con esa "Regan" que hasta bien entrada la película no lleva apenas maquillaje, en según que momentos se pasa un poco de miedo (o eso, o que soy más caguetas de lo normal).Vamos, que no me pareció TAN mala, está más o menos bien filmada y además, pese a la copia plano a plano que es, tiene su propio ritmo que en absoluto es lento o ineficaz. Queda lejos de considerarse buena, pero tampoco es tan desastrosa como otras películas turcas.
A ver, no vengo a tirarme el rollo ni nada de esto defendiendo una película de serie ultra zeta de la que medio mundo se ha pitorreado… pero lo han hecho solo porque es un plagio evidente. Por lo que a mí respecta, si yo no hubiera visto “El Exorcista”, a mí esta me parecería una película turca legítima.
Hace ya años se descubrió que un niño pequeño había recreado plano a plano “Indiana Jones y el Templo Maldito” en su casa con una videocámara y, sin embargo, el mundo, lejos de convertir esa película casera en blanco de bromas obvias, alabaron el trabajo que el chaval había ejecutado recreando un éxito de Hollywood de manera casera. En cambio “Seytan”, en lugar de ser reivindicada por conseguir lo que ha conseguido (rehacer “El Exorcista” con un presupuesto tan bajo que todavía me pregunto como hicieron muchas cosas de las aparecen en pantalla), es tratada con condescendencia, yo creo que solamente por tratarse de una película turca.
Como fuere, el caso es que me ha pillado haciendo un ciclo completo de la saga de “El exorcista” y, por supuesto, ahora es el turno de sus exploits, comenzando por “Seytan”, que ha sido motivo de mofas durante lustros.
No es ningún misterio que la película es una copia plano a plano de la original de 1973, pero con matices. Incluye escenas que no vemos en la de William Friedkin pero sí estaban en la novela y el guion original de William Peter Blatty, por lo que se especula con el filtraje de dicho libreto. Por otro lado, Turquía es un país islámico, por lo que toda la parafernalia católica queda excluida en pro de una muy sutil musulmana; ahora no es “el poder de cristo” quién obliga a nuestra poseída, sino “el poder de alá”. No obstante, los equivalentes del padre "Karras" y el padre "Merrin" turcos, no son imanes -y no hablo de aquellos que se pegan a la puerta de la nevera-, sino, simplemente, dos tipos con mucho conocimiento sobre exorcismos.
Visto esto, como decía la película se dedica a recrear secuencia a secuencia “El Exorcista”, muchas veces calcando hasta los diálogos. El “Tubular Bells” suena sin parar, y la "Regan" turca, aquí llamada "Gul", es una niña que, según desde donde la iluminen, es bastante parecida a Linda Blair. Todo ello ejecutado con un presupuesto mínimo y maquillajes y efectos especiales no tan conseguidos como los de la original. De hecho, más que cualquier otro aspecto, son estos maquillajes y efectos especiales los que destaca el fandom a la hora de reírse de "Seytan", cosa que, por otro lado, es absolutamente normal.
Bien, he visto suficientes "exploits" turcos para saber de qué pie cojean y comprender el por qué de la comedia involuntaria, y las risas del respetable al respecto. Por ejemplo “3 Dev Adam” es completamente ridícula con ese "crossover" entre el Capitán América, el Santo y Spider-Man, máxime cuando vemos los disfraces que les han puesto y unas pobladas cejas asomar por los huecos para los ojos de la máscara del hombre araña. Claro, en esa historia "Spidey" es el malo de la función, por lo que lo suyo es que le asomen las cejas… ¡ y además lleva vaqueros! En fin, todo muy marciano, muy loco, muy descabellado.
Pero “Seytan” no es esa clase de película y, si obviamos los notables problemas presupuestarios, yo creo que se trata de un remake bastante “digno”. No es tan ridículo, ni marciano como el resto de películas turcas que se hicieron en la época y, por momentos, con esa "Regan" que hasta bien entrada la película no lleva apenas maquillaje, en según que momentos se pasa un poco de miedo (o eso, o que soy más caguetas de lo normal).Vamos, que no me pareció TAN mala, está más o menos bien filmada y además, pese a la copia plano a plano que es, tiene su propio ritmo que en absoluto es lento o ineficaz. Queda lejos de considerarse buena, pero tampoco es tan desastrosa como otras películas turcas.
A ver, no vengo a tirarme el rollo ni nada de esto defendiendo una película de serie ultra zeta de la que medio mundo se ha pitorreado… pero lo han hecho solo porque es un plagio evidente. Por lo que a mí respecta, si yo no hubiera visto “El Exorcista”, a mí esta me parecería una película turca legítima.
Hace ya años se descubrió que un niño pequeño había recreado plano a plano “Indiana Jones y el Templo Maldito” en su casa con una videocámara y, sin embargo, el mundo, lejos de convertir esa película casera en blanco de bromas obvias, alabaron el trabajo que el chaval había ejecutado recreando un éxito de Hollywood de manera casera. En cambio “Seytan”, en lugar de ser reivindicada por conseguir lo que ha conseguido (rehacer “El Exorcista” con un presupuesto tan bajo que todavía me pregunto como hicieron muchas cosas de las aparecen en pantalla), es tratada con condescendencia, yo creo que solamente por tratarse de una película turca.
(Nota de Naxo: Hombre, la de "Indy" era una cosica amateur hecha por chavales motivados por amor. "Seytan" se supone un producto legítimo efectuado por profesionales con fines meramente lucrativos. Es bastante distinto... y perdona/nen la incursión).
En definitiva: Que no está tan mal la puta peli, dentro de lo que cabe.
Por otro lado, tratándose de un producto de un país en el que el 99% de la población es musulmana (el otro 1% pertenece a otras religiones ya que se trata de un estado laico), me sorprendía, o al menos me llamaba la atención, lo moderno que era todo en la película, y no me cuadraba. Señoras luciendo cabelleras rubias, sin usar velo o con pantalones dentro de una mezquita, o individuos con aspecto europeo en contraposición a otros films turcos posteriores…o incluso actuales. No es baladí, porque lo cierto es que tanto esta, como tantas otras de la época, se rodaron en los primeros setenta, justo antes de La Revolución Islámica. Es por eso que aquellos tiempos la religión en cuestión era más laxa y permitía ciertas libertades estéticas y culturales que, a partir de los 80, ya no permitiría. Y no deja de ser al menos curioso ver musulmanes que se comportan como hippies (o casi). De hecho, de los 70 data también esa corriente cinematográfica turca similar a la sexy comedia italiana o nuestro destape...
Dirige este clásico del cine "trash" Metin Erksan, de extensa filmografía pero con ningún título, a parte de este, que les pueda sonar o les sirva para partirse el culo.
En definitiva: Que no está tan mal la puta peli, dentro de lo que cabe.
Por otro lado, tratándose de un producto de un país en el que el 99% de la población es musulmana (el otro 1% pertenece a otras religiones ya que se trata de un estado laico), me sorprendía, o al menos me llamaba la atención, lo moderno que era todo en la película, y no me cuadraba. Señoras luciendo cabelleras rubias, sin usar velo o con pantalones dentro de una mezquita, o individuos con aspecto europeo en contraposición a otros films turcos posteriores…o incluso actuales. No es baladí, porque lo cierto es que tanto esta, como tantas otras de la época, se rodaron en los primeros setenta, justo antes de La Revolución Islámica. Es por eso que aquellos tiempos la religión en cuestión era más laxa y permitía ciertas libertades estéticas y culturales que, a partir de los 80, ya no permitiría. Y no deja de ser al menos curioso ver musulmanes que se comportan como hippies (o casi). De hecho, de los 70 data también esa corriente cinematográfica turca similar a la sexy comedia italiana o nuestro destape...
Dirige este clásico del cine "trash" Metin Erksan, de extensa filmografía pero con ningún título, a parte de este, que les pueda sonar o les sirva para partirse el culo.
sábado, 13 de septiembre de 2025
IL GATTO NERO
Siempre pensé que "La madre del mal", última aportación de Dario Argento a su particular saga de las progenitoras cabronas (ya saben, precedida por "Suspiria" e "Inferno"), era lo que normalmente llamamos un "final deslucido". El fandom -y nuestro Víctor- flipó con ella, pero por la cantidad insalubre de gore bruto y desaforado. Sin embargo, tras la hemoglobina, no había nada. Y lo que había, tampoco valía mucho. De hecho, en mi más reciente revisión, no pude ni terminarla y me fui a dormir pensando aquello de "¿Podría haber un cierre peor que este?". Pues sí, podría. Tal y como descubrí con horror hace unas cuantas lunas.
Dicha joya comporta, además, una serie de problemas extra. De entrada, la ensalada de títulos. Me decantaré por el más "oficioso", "Il gatto nero" (tengan en cuenta que en algunos países llegó a estrenarse como ¡¡la sexta entrega de "Demons"!!). El otro problema es su director, el entrañable Luigi Cozzi / Lewis Coates. Me cae bien, la verdad, y duele admitir que su película es un truño inconmensurable.
Al mentado empacho de títulos debemos añadir un origen "caotizante". De primeras el proyecto nació como esa tercera parte oficial -mucho antes de "La madre del mal"- con guion de Daria Nicolodi y supuesta dirección de Dario Argento. Sin embargo, el asunto se fue al agua y, años después, la Nicolodi cedió su libreto a Cozzi quien, al no querer asumir la responsabilidad de poner fin a una franquicia tan respetada, se sacó de la manga un seudo homenaje, incluyendo en la trama referencias directas a "Suspiria", a Argento y reciclando la famosa banda sonora de "Goblin" para sendos pasajes (también hay guiño a "Seis mujeres para el asesino", recreando a su famoso psycho-killer, cosa que repetirá en el futuro). A Daria Nicolodi no le gustó el desaguisado y se apartó. Entonces, entra en escena Menahem Golan con su nueva y flamante "21st Century" dispuesto a adquirir la cinta. El hombre se había comprometido a rodar una adaptación de "El gato negro" según Edgar Allan Poe (muy de moda entre gerifaltes del subproducto por ahí finales de los ochenta) y, a falta de nada concluso, decide que la peli de Cozzi, con oportunos cambios y añadidos, daría el pego. Así, le pide al director que meta alguna referencia al relato de Poe y filme sendas escenas de un felino negro andando por ahí. El italiano accede (¡faltaría!), dando como resultado el esputo del que ahora les hablo. La presencia de la obra literaria es nula. Se justifica como la película dentro de la película que anda protagonizado la protagonista, ¿suena a galimatías?... pues eso no es nada. Como resultado obtenemos el gag más simpático de "It gatto nero", el director de dicha película dentro de la película no es otro que Michele Soavi, quien por la misma época rodaría "El engendro del diablo" -nacida de primeras como el "Demons 3" oficial. Sin embargo, trifulcas legales desestimarían su pertenencia a la saga... aunque en algunos mercados así es como se vendió, esta vez de manera no oficial. ¡¡Menudas paradojas pajeras!!-.
El caso es que la mentada actriz es pareja de un director de éxito especializado en horrores, quien anda preparando su nuevo gran proyecto, nada menos que un film basado en la existencia de otra de las terribles brujas de Thomas De Quincey (al que ya estrujaron Argento y la Nicolodi en su día), "Levana". Al ser mentada la invocan y despierta muy cabreada, con ganas de reencarnarse en el bebé de la protagonista... o eso creo. Por ello, se pasa el rato atormentándola a base de visiones propias de un mal refrito de "Pesadilla en Elm Street", mientras va despachando al resto del reparto en secuencias de licuosa y divertida truculencia, destacando ese estómago estallando al que tanto partido había sacado ya Cozzi en su "Contaminación: Alien invade la tierra".
Sentadas las bases, lo que queda es jolgorio narrativo y aburrimiento al peso. Efectivamente, NO estamos ante la tercera de la saga, pero PODRÍA haberlo sido y eso provoca cagarrinas. Como parte del asunto "tributoso", Cozzi procura imitar las maneras de Argento recurriendo a luces de colorines y un inadecuadísimo rock duro -cortesía del grupo de tercera "Bang Tango"- ambientando sonoramente los momentos intensos, aunque luego se expanda a casi toda clase de situaciones. Por supuesto, el afán mimetizador no garantiza nada, porque lo que queda va trufado de muchas incongruencias + momentos absurdos y ridiculizables (con especial fijación en el careto de patata rancia que gasta la temible "Levana", así como esa desconcertante escena en la que todo se revela un disfraz, pero no, pero sí, pero tampoco...)
El reparto viene compuesto por una galería de nombres condenados a participar en esta clase de simpáticos furruños. Florence Guérin (con cierta retirada a Rose Byrne), Urbano Barberini (prota masculino del "Demons" original), Brett Halsey (de impresionante filmografía en la que no falta nadie: Antonio Margheriti, Lucio Fulci, Bruno Mattei, Jesús Franco o ¡Francis Ford Coppola!), Luisa Maneri ("Vicios Pequeños", "Body Count") y, por supuesto, una madurita Caroline Munro haciendo lo que puede.
Me da penica, de verdad, pero esto no hay dios que lo soporte.
Dicha joya comporta, además, una serie de problemas extra. De entrada, la ensalada de títulos. Me decantaré por el más "oficioso", "Il gatto nero" (tengan en cuenta que en algunos países llegó a estrenarse como ¡¡la sexta entrega de "Demons"!!). El otro problema es su director, el entrañable Luigi Cozzi / Lewis Coates. Me cae bien, la verdad, y duele admitir que su película es un truño inconmensurable.
Al mentado empacho de títulos debemos añadir un origen "caotizante". De primeras el proyecto nació como esa tercera parte oficial -mucho antes de "La madre del mal"- con guion de Daria Nicolodi y supuesta dirección de Dario Argento. Sin embargo, el asunto se fue al agua y, años después, la Nicolodi cedió su libreto a Cozzi quien, al no querer asumir la responsabilidad de poner fin a una franquicia tan respetada, se sacó de la manga un seudo homenaje, incluyendo en la trama referencias directas a "Suspiria", a Argento y reciclando la famosa banda sonora de "Goblin" para sendos pasajes (también hay guiño a "Seis mujeres para el asesino", recreando a su famoso psycho-killer, cosa que repetirá en el futuro). A Daria Nicolodi no le gustó el desaguisado y se apartó. Entonces, entra en escena Menahem Golan con su nueva y flamante "21st Century" dispuesto a adquirir la cinta. El hombre se había comprometido a rodar una adaptación de "El gato negro" según Edgar Allan Poe (muy de moda entre gerifaltes del subproducto por ahí finales de los ochenta) y, a falta de nada concluso, decide que la peli de Cozzi, con oportunos cambios y añadidos, daría el pego. Así, le pide al director que meta alguna referencia al relato de Poe y filme sendas escenas de un felino negro andando por ahí. El italiano accede (¡faltaría!), dando como resultado el esputo del que ahora les hablo. La presencia de la obra literaria es nula. Se justifica como la película dentro de la película que anda protagonizado la protagonista, ¿suena a galimatías?... pues eso no es nada. Como resultado obtenemos el gag más simpático de "It gatto nero", el director de dicha película dentro de la película no es otro que Michele Soavi, quien por la misma época rodaría "El engendro del diablo" -nacida de primeras como el "Demons 3" oficial. Sin embargo, trifulcas legales desestimarían su pertenencia a la saga... aunque en algunos mercados así es como se vendió, esta vez de manera no oficial. ¡¡Menudas paradojas pajeras!!-.
El caso es que la mentada actriz es pareja de un director de éxito especializado en horrores, quien anda preparando su nuevo gran proyecto, nada menos que un film basado en la existencia de otra de las terribles brujas de Thomas De Quincey (al que ya estrujaron Argento y la Nicolodi en su día), "Levana". Al ser mentada la invocan y despierta muy cabreada, con ganas de reencarnarse en el bebé de la protagonista... o eso creo. Por ello, se pasa el rato atormentándola a base de visiones propias de un mal refrito de "Pesadilla en Elm Street", mientras va despachando al resto del reparto en secuencias de licuosa y divertida truculencia, destacando ese estómago estallando al que tanto partido había sacado ya Cozzi en su "Contaminación: Alien invade la tierra".
Sentadas las bases, lo que queda es jolgorio narrativo y aburrimiento al peso. Efectivamente, NO estamos ante la tercera de la saga, pero PODRÍA haberlo sido y eso provoca cagarrinas. Como parte del asunto "tributoso", Cozzi procura imitar las maneras de Argento recurriendo a luces de colorines y un inadecuadísimo rock duro -cortesía del grupo de tercera "Bang Tango"- ambientando sonoramente los momentos intensos, aunque luego se expanda a casi toda clase de situaciones. Por supuesto, el afán mimetizador no garantiza nada, porque lo que queda va trufado de muchas incongruencias + momentos absurdos y ridiculizables (con especial fijación en el careto de patata rancia que gasta la temible "Levana", así como esa desconcertante escena en la que todo se revela un disfraz, pero no, pero sí, pero tampoco...)
El reparto viene compuesto por una galería de nombres condenados a participar en esta clase de simpáticos furruños. Florence Guérin (con cierta retirada a Rose Byrne), Urbano Barberini (prota masculino del "Demons" original), Brett Halsey (de impresionante filmografía en la que no falta nadie: Antonio Margheriti, Lucio Fulci, Bruno Mattei, Jesús Franco o ¡Francis Ford Coppola!), Luisa Maneri ("Vicios Pequeños", "Body Count") y, por supuesto, una madurita Caroline Munro haciendo lo que puede.
Me da penica, de verdad, pero esto no hay dios que lo soporte.
martes, 9 de septiembre de 2025
AMATEUR ON PLASTIC
Butch Willis es uno de tantísimos músicos "outsider" que pululan por tierras americanas y, con el tiempo, generan una base de fans tan sólida que incluso llegan a convertirse en artistas de cierto prestigio e indudable culto. Willis no sabe tocar, hace una música tosca y estridente, más allá de eso y de ser un individuo tuerto, tampoco sabría diferenciar lo que hace de otros músicos de rock´n´roll de corte convencional, es decir, es un tipo excéntrico pero, a priori, no parece adolecer de ninguna peculiaridad o discapacidad severa como sí la tienen alguno de mis músicos marginales favoritos. No obstante, las circunstancias y los personajes me parecen siempre lo suficientemente interesantes como para sentarme a ver, durante una hora y cuarto, un documental de factura igualmente marginal, que cuenta la vida y obra del cantante.
Del mismo modo, y en una de las bandas donde militó Butch Willis, "The Rocks" (formando así "Butch Willis And The Rocks"), hay un individuo con pinta de padecer raquitismo o algo similar, que llama poderosamente mi atención porque su función en el grupo es imitar los sonidos de la guitarra con la boca, emitiendo soniquetes que desviará a una tonalidad u otra dándose golpes con el dorso de la mano en la garganta. Este individuo se llama Al Breon, alias “Throath Guitarrist” (“El guitarrista garganta”) y también tiene su tiempo en este “Amateur on plastic”. Un tipo graciosísimo.
El documental hace un repaso a la actividad del artista desde sus inicios en la era hippie y hasta la actualidad, mostrando especial atención al periodo comprendido entre los años 80 y 90, décadas en las que tuvo su auge.
De este modo, el metraje se compone de diversas entrevistas a Butch Willis a lo largo de los años, así como a gente que, de una manera u otra, contribuyeron a su éxito marginal. Todo ello a través de imágenes de archivo y un porrillo de actuaciones en directo que documentan todo lo documentable, sin que en realidad haya datos especialmente escabrosos o pasajes extraordinarios. De hecho, a grandes rasgos, la cosa es bastante paliza, máxime si, como a mí, la música de Willis en cualquiera de sus formaciones no te hace mucha gracia. Sin embargo, y esto es lo que convierte al documental en algo especial, no hay una puta imagen digital en todo el metraje (tampoco celuloide). Todo él está construido a base de grabaciones caseras de la época, ergo, todo es HI-8 y Super VHS. No hay siquiera mini-DV. También se mantiene el material de cintas ya muy deterioradas, por lo que ver un documental con tantas imperfecciones, con el "tracking" a toda pastilla corrigiendo rayas, resulta hasta nostálgico. Entonces, visualmente es tan feista que me quedo con esa parte, porque además me da la sensación de que, aunque está facturado en 2020, no era intención de sus realizadores hacer una película de corte posmoderno; sencillamente, utilizan lo que hay.
Por lo demás, se hace bastante durillo.
En cuanto al director, Mark Robinson, en realidad músico, no tiene crédito más que este en su filmografía, pero es el principal responsable del sello “Teen-Beat”, que da cobijo a esta serie de músicas peculiares, Butch Willis incluido, siendo asimismo miembro de la banda “Flin Flon”, también de culto, que se caracteriza por grabar poco y aparecer menos en cualquier tipo de medio.
Del mismo modo, y en una de las bandas donde militó Butch Willis, "The Rocks" (formando así "Butch Willis And The Rocks"), hay un individuo con pinta de padecer raquitismo o algo similar, que llama poderosamente mi atención porque su función en el grupo es imitar los sonidos de la guitarra con la boca, emitiendo soniquetes que desviará a una tonalidad u otra dándose golpes con el dorso de la mano en la garganta. Este individuo se llama Al Breon, alias “Throath Guitarrist” (“El guitarrista garganta”) y también tiene su tiempo en este “Amateur on plastic”. Un tipo graciosísimo.
El documental hace un repaso a la actividad del artista desde sus inicios en la era hippie y hasta la actualidad, mostrando especial atención al periodo comprendido entre los años 80 y 90, décadas en las que tuvo su auge.
De este modo, el metraje se compone de diversas entrevistas a Butch Willis a lo largo de los años, así como a gente que, de una manera u otra, contribuyeron a su éxito marginal. Todo ello a través de imágenes de archivo y un porrillo de actuaciones en directo que documentan todo lo documentable, sin que en realidad haya datos especialmente escabrosos o pasajes extraordinarios. De hecho, a grandes rasgos, la cosa es bastante paliza, máxime si, como a mí, la música de Willis en cualquiera de sus formaciones no te hace mucha gracia. Sin embargo, y esto es lo que convierte al documental en algo especial, no hay una puta imagen digital en todo el metraje (tampoco celuloide). Todo él está construido a base de grabaciones caseras de la época, ergo, todo es HI-8 y Super VHS. No hay siquiera mini-DV. También se mantiene el material de cintas ya muy deterioradas, por lo que ver un documental con tantas imperfecciones, con el "tracking" a toda pastilla corrigiendo rayas, resulta hasta nostálgico. Entonces, visualmente es tan feista que me quedo con esa parte, porque además me da la sensación de que, aunque está facturado en 2020, no era intención de sus realizadores hacer una película de corte posmoderno; sencillamente, utilizan lo que hay.
Por lo demás, se hace bastante durillo.
En cuanto al director, Mark Robinson, en realidad músico, no tiene crédito más que este en su filmografía, pero es el principal responsable del sello “Teen-Beat”, que da cobijo a esta serie de músicas peculiares, Butch Willis incluido, siendo asimismo miembro de la banda “Flin Flon”, también de culto, que se caracteriza por grabar poco y aparecer menos en cualquier tipo de medio.
sábado, 6 de septiembre de 2025
LA LOCA PANDILLA DE CHRIS COLUMBUS 1493 1/69...
En 1992 se cumplían quinientos años del descubrimiento de las américas por parte de Cristóbal Colón, y el cine se sumaba oportunamente a la celebración con varias películas. Teníamos la solemne y aspirante al trono del prestigio, "1492: La Conquista del Paraíso" según Ridley Scott. Y luego estaba "Cristóbal Colón: El Descubrimiento" de John Glen, que era así como la versión más Hollywood (en la época se decía despectivamente que incluía amoríos, combates a espada y demás zarandaja aventurera). En cualquier caso, no puedo opinar porque no llegué a ver ninguna de las dos. Yo y casi nadie, ya que fracasaron a su paso por salas. Lo que sí puedo aportar es que hubo una más, no tan conocida, "La loca pandilla de Chris Columbus 1493 1/69...". Podría dármelas de enrollao afirmando que era mejor que las otras... pero lo dudo. Y mucho.
Para hablar de ella, antes toca hacerlo de la franquicia a la que pertenece -en versión original-, la de "Carry on....". Una saga interminable de productos de comedia eminentemente británica que arrancó a finales de los 50 y se mantuvo hasta casi finiquitados los 70. De espíritu "music hall", populacheras y con una serie de nombres fijos -delante y detrás de las cámaras-, la serie "Carry on..." hacía chanza de cualquier tema de actualidad, fuese social, político o cinematográfico. Llegaron a parodiar sagas como las de "James Bond" o incluso "Emmanuelle" -titulada aquí "Jugando a Emmanuelle"-. Justo esta fue la que, tras 30 películas (más telefilms, especiales y obras teatrales), puso fin a la marca en 1978. Hasta que 14 añazos después se tuvo la poco afortunada idea de revivirla, coincidiendo, como decía, con la celebración del descubrimiento de américa. Así las cosas, tenemos un "Carry on Columbus" (¡Olé al título patrio!. Nótese la inclusión de un "1493 1/69" en evidente referencia a las graciosas numeraciones de las secuelas de "Agárralo como puedas") que, aún conservando a algunos de los supervivientes de la generación original (los que no, o estaban muertos o vieron que la cosa pintaba fatal y decidieron mantenerse al margen), pretendieron "modernizar" el asunto fichando a cómicos "del momento", especialmente varios surgidos de "The Comic Strip" -y, por tanto, la serie "The Young Ones"- como Rik Mayall, Nigel Planer y Alexei Sayle. Al colaborador habitual de "Monty Python", John Du Prez, para la banda sonora (no es el único, también está el productor John Goldstone, quien hizo lo suyo con las pelis del sexteto). Y a Malcom McLaren, célebre manager de los "Sex Pistols", para que se currara una canción temática que suena muy estridente y "chunda-chunda" en los créditos finales de esta.... ¿cómo decirlo?.... esta tragedia. Es curioso que, con la buena prensa que gasta la comedia inglesa, cuando no atina se convierte justo en lo contrario, auténtica bazofia (un caso que me recuerda mucho a "Los desmadrados piratas de Barba Amarilla"). Poco importaba que contaran con Mayall, Planer, Sayle o la madre que los parió si los guionistas, Dave Freeman y John Antrobus, en 1992 eran ya un par de vejestorios con experiencia en "Carry ons" previos -y de los primigenios- y, por tanto, un sentido del humor anticuado. Exactamente lo mismo que el director, Gerald Thomas, quien se opuso bordemente a los métodos improvisatorios del "cast" más joven.El problema de "La loca pandilla de Chris Columbus 1493 1/69..." no es que se vea pobretona y cutre (gasta un aire telefílmico y teatrero muy tocho, en parte gracias a esos decorados super-artificiales que cantan como una almeja), o apueste por chistes picantes de barra de bar (una de las características reconocibles de la franquicia), o se pase los hechos históricos por el forro de los cojones (Colón cuenta únicamente con una carabela -aunque eso será por cuestiones presupuestarias-, a los Pinzones no los vemos por ningún lado, durante el viaje se topan un barco fantasma, etc, etc...), o pueda pecar de políticamente incorrecta (algo a considerar como favorable, aunque en realidad pintan a los indios más listos y espabilados que aquellos que les descubren), el problema es que, quitando un par o tres de gags, no hace ninguna gracia y, además, le pesa el culo de mala manera. Ritmo escaso, dirección plana como el coeficiente de un "Otaku", insípida, acartonada, rancia.... nada ayuda a que "La loca pandilla... bla, bla" se limite a ser, única y exclusivamente, una curiosidad. Para testimoniar su existencia y olvidarla a velocidad de la luz.
En el reparto destacan otros nombres interesantes como los de Burt Kwouk (el "Cato" de la saga de "La Pantera Rosa"), Martin Clunes, Bernard Cribbins, Jon Pertwee (uno de los varios "Dr.Who"), Julian Clary (con un remalazo notable a Jim Parsons. Encima interpreta a una marica loca, lo que incrementa el asunto) o el inquietante careto de Charles Fleischer (lo has visto en mogollón de films bien populares, aunque a mí me llamó la atención -porque daba mal rollo- en el "Zodiac" de David Fincher. No obstante, se le conoce especialmente como la voz de "Roger Rabbit", nada menos). Mentaría a los veteranos del "Carryonismo" pero, en fin, me da pereza ponerme a buscar.
A pesar del descalabro financiero y crítico, a finales de los 2010 hubo un nuevo intento de revivir el asunto. Uno que, muy sabiamente, detuvo el Covid-19. Bueno, oye, algo bueno tenía que aportar ¿no?. Aunque nada garantiza que dejen de insistir. A veces, es mejor estar muerto...
martes, 2 de septiembre de 2025
FATSO
¡Ojo!, no confundir esta película con el debut como directora de Anne Bancroft de idéntico título en 1980. Se trataría de una tragicomedia igual que la presente, pero centrada en la obesidad y la adicción a la comida. Esta, sin embargo, se centra en algo más divertido, pero también más injusto y triste: La vida no-sexual de los gordos.
Rino, traductor de Alemán de profesión y dibujante de cómics en su tiempo libre, se pasa la vida lamentándose, masturbándose y practicando sexo con alimentos. Su condición de gorderas le impide tener vida sexual. Pasa los días perdiendo el tiempo con un extraño individuo tan virgen como él. Hasta que un día, sus padres, que viven en la casa contigua a la suya, alquilan una de las habitaciones del hogar donde mora Rino —propiedad de ellos— a una estudiante sueca y veinteañera que le va a dar muy mala vida a nuestro protagonista. Su presencia generará toda una amalgama de situaciones cómicas, no tan cómicas, agrias y lamentables. No todo en “Fatso”está concebido para que el espectador se ría.
Esta película sería el granito de arena que aporta Noruega al concepto / subgénero de “vírgenes adultos”, a caballo entre la visión yanki del asunto y el dramatismo que, posteriormente, tan bien plasmó un país como Islandia con la muy dramática y excelente “Corazón gigante”. Una realidad tan angustiosa como la de los miles de señores que, por timidez o cuestiones físicas, alcanzan la mediana edad conservando intacto el virgo y la inocencia. Muerta la autoestima y la esperanza, como toda situación dramática (y preocupante), la cosa da para risas.
“Fatso” entretiene sin ser el alma de la fiesta. Resulta irregular. Peca de ingenua en algunos aspectos y de muy transgresora en otros, mientras que las intenciones con las que ha sido concebida me resultan repugnantes. “Fatso”, con todos sus gags, toda su condescendencia, juega a ganarse las simpatías de quienes cree su público potencial; los gordos “freaks” de granos purulentos que no ligan ni a la de tres y que, al igual que nuestro protagonista, lo más parecido que tendrán a un romance serán las cotidianas dosis de pagafantismo a las que les someterá la guapa de turno. Porque ¡anda que se enamoran de otra gorda purulenta! Normalmente este arquetipo suele siempre enamorarse del tipo de chica inalcanzable hasta para los más gallitos del gimnasio. En ese sentido la película se desenvuelve previsiblemente convirtiéndose en un muestrario de clichés. Por otro lado, juega con las emociones del espectador obeso dándole falsas esperanzas de conquista en la vida real. Hay un momento donde parece que la sensatez se va a imponer haciendo ver que, efectivamente, el gordo no va a follar. Y finalmente, folla. Ergo, la mala baba de la que hace alarde la película desde el principio se queda en agua de borrajas. Y disculpen ustedes el spoiler.
No obstante, como comedia para todos los públicos de corte comercial que al final es, lo cierto es que es muy amena y lleva a buen puerto su cometido; también es un ejercicio artístico notable (el uso de la steady, los ángulos desde donde se ha colocado la cámara así como la utilización de transparencias en algunos planos, son de un pedante que asustan... pero no se nota demasiado).
¿Que podría pasar por una película "indie" americana? Yo diría que incluso se busca eso expresamente.
El director, como no podía ser de otra manera, es un noruego llamado Arild Fröhlich que, posteriormente, gozó de éxito en su país con sus siguientes trabajos. El actor protagonista, Nils Jørgen Kaalstad, es famoso allí por las series televisivas que ha protagonizado y sus habilidades en el micro como cómico de “stand up”.
“Fatso” se editó en España directamente en DVD y como consecuencia del éxito en su país de origen. Sin embargo, la caratula ofrecía, en su frontal, la siguiente frase promocional: “Conozcan al "Torrente" de Noruega” ¡¡Por si alguien pica!!.
Rino, traductor de Alemán de profesión y dibujante de cómics en su tiempo libre, se pasa la vida lamentándose, masturbándose y practicando sexo con alimentos. Su condición de gorderas le impide tener vida sexual. Pasa los días perdiendo el tiempo con un extraño individuo tan virgen como él. Hasta que un día, sus padres, que viven en la casa contigua a la suya, alquilan una de las habitaciones del hogar donde mora Rino —propiedad de ellos— a una estudiante sueca y veinteañera que le va a dar muy mala vida a nuestro protagonista. Su presencia generará toda una amalgama de situaciones cómicas, no tan cómicas, agrias y lamentables. No todo en “Fatso”está concebido para que el espectador se ría.
Esta película sería el granito de arena que aporta Noruega al concepto / subgénero de “vírgenes adultos”, a caballo entre la visión yanki del asunto y el dramatismo que, posteriormente, tan bien plasmó un país como Islandia con la muy dramática y excelente “Corazón gigante”. Una realidad tan angustiosa como la de los miles de señores que, por timidez o cuestiones físicas, alcanzan la mediana edad conservando intacto el virgo y la inocencia. Muerta la autoestima y la esperanza, como toda situación dramática (y preocupante), la cosa da para risas.
“Fatso” entretiene sin ser el alma de la fiesta. Resulta irregular. Peca de ingenua en algunos aspectos y de muy transgresora en otros, mientras que las intenciones con las que ha sido concebida me resultan repugnantes. “Fatso”, con todos sus gags, toda su condescendencia, juega a ganarse las simpatías de quienes cree su público potencial; los gordos “freaks” de granos purulentos que no ligan ni a la de tres y que, al igual que nuestro protagonista, lo más parecido que tendrán a un romance serán las cotidianas dosis de pagafantismo a las que les someterá la guapa de turno. Porque ¡anda que se enamoran de otra gorda purulenta! Normalmente este arquetipo suele siempre enamorarse del tipo de chica inalcanzable hasta para los más gallitos del gimnasio. En ese sentido la película se desenvuelve previsiblemente convirtiéndose en un muestrario de clichés. Por otro lado, juega con las emociones del espectador obeso dándole falsas esperanzas de conquista en la vida real. Hay un momento donde parece que la sensatez se va a imponer haciendo ver que, efectivamente, el gordo no va a follar. Y finalmente, folla. Ergo, la mala baba de la que hace alarde la película desde el principio se queda en agua de borrajas. Y disculpen ustedes el spoiler.
No obstante, como comedia para todos los públicos de corte comercial que al final es, lo cierto es que es muy amena y lleva a buen puerto su cometido; también es un ejercicio artístico notable (el uso de la steady, los ángulos desde donde se ha colocado la cámara así como la utilización de transparencias en algunos planos, son de un pedante que asustan... pero no se nota demasiado).
¿Que podría pasar por una película "indie" americana? Yo diría que incluso se busca eso expresamente.
El director, como no podía ser de otra manera, es un noruego llamado Arild Fröhlich que, posteriormente, gozó de éxito en su país con sus siguientes trabajos. El actor protagonista, Nils Jørgen Kaalstad, es famoso allí por las series televisivas que ha protagonizado y sus habilidades en el micro como cómico de “stand up”.
“Fatso” se editó en España directamente en DVD y como consecuencia del éxito en su país de origen. Sin embargo, la caratula ofrecía, en su frontal, la siguiente frase promocional: “Conozcan al "Torrente" de Noruega” ¡¡Por si alguien pica!!.
sábado, 30 de agosto de 2025
ES PAT
Durante la primera mitad de los noventa, uno de los personajes recurrentes del programa de humor "Saturday Night Live" fue "Pat", especie de "nerd" de abracadabrante aspecto, irritantes maneras (sobre todo por su risita) y sexo indeterminado. Bien, esa era, en esencia, la gracia de sus sketches. Descubrir si se trataba de un hombre o una mujer, cosa que solía confundir a los personajes que le rodeaban y nunca obtenía una respuesta clara. Era algo así como "humor andrógino". No hace falta decir que sentó como una patada en el ojete al colectivo LGBTIQ+. Y si entonces les disgustaba, imagínense hoy día, con lo políticamente correcto imperando en el universo, y todo el asunto no binario / trans en plena ebullición. Actualmente nadie dice nada bonito de "Pat", jamás volveremos a verle en acción (su misma creadora e intérprete, Julia Sweeney, así lo ha reconocido) y, ahí quería yo llegar, su película de lucimiento, ya despechada en el año que se produjo -1994-, está considera casi materia radioactiva. Justo por eso quería echarle un ojal.
Tal y como ha ocurrido con otros personajes / sketches de éxito del "Saturday Night Live", veánse "Wayne´s World", "Los Cabezaconos" o "Movida en el Roxbury", "Pat" saltó a los cines. Lo hizo de la mano de "Touchtone Pictures" en una comedia donde se recurría a la fórmula habitual a la hora de abordar a todos estos tipejos excéntricos, entre lo ingenuo, lo gracioso y lo despreciable: el día a día de su existir, enfrentándose a lógicas y básicas necesidades humanas (dinero, amor...), rellenado todo ello a base de reiterar los chascarrillos más populares de su versión televisiva y, cómo no, cayendo en cierta moralina hacia el final, siempre contrastando con el tono desmadrado del film. Pal caso, se reivindica la existencia del diferente -aunque sin profundizar excesivamente, eran otros tiempos- y todo concluye en boda. Tampoco faltan los pasajes en los que el personaje deviene una celebridad mediática -casi siempre accidentalmente-, en este caso rejuntándose con un grupo musical tan de los noventa que había olvidado por completo su existir, "Ween".
Al hecho de que "Es Pat" arrastre mala prensa en un sentido moral, hay que sumar su super-fracaso. Se pegó un hostiazo tremendo en las taquillas de 1994 y la crítica se cebó con ella que dio gusto (aunque eso era lo normal). Hubo cines que, tras una semana de butacas vacías, la sacaron de cartel. Ya conocemos la naturaleza caprichosa del éxito. Obviamente hay comedias muchísimo peores que "Es Pat" y, por supuesto, no entro acá en cuestiones morales o políticamente correctas, a mi eso me la trae al pairo. Hablo de la película como tal y, sí, es cierto que toda ella resulta muy gilipollas, muy muy tonta, no provoca excesiva risa y se nota que el personaje tampoco daba para mucho, estirando los chistes -y las numerosos dobles sentidos, nivel escolapio- hasta la ajustadísima duración de 77 minutos (¡y le cuesta alcanzarlos!), quedando un entretenimiento chorras pa ver en un ratillo muerto.
Obviamente, dada la naturaleza "fracasista" de "Es Pat", poco aportó a sus responsables. Siendo la estrella de la función, Julia Sweeney ha ido aguantando el tipo hasta nuestros días, sin tampoco sobresalir demasiado. Su "partenaire", Dave Foley, era un rostro televisivo muy popular allí en su tierra y hoy sigue siéndolo. El ya fallecido Charles Rocket tampoco logró demasiado, aunque brilla especialmente interpretando a un tipo normal y corriente, felizmente casado, que destruye su vida al obsesionarse en descubrir cual es la sexualidad de su andrógino vecino. Y podría seguir desgranando el reparto, pero ¿pa(t) qué?. Me quedo con el larguirucho y reconocible Larry Hankin, siempre relegado -por aspecto- a papeles de tipo rarito, villano, perdedor o segurata, cosa que hace aquí e hizo en "Armados y Peligrosos".
La simpática banda sonora viene compuesta por Mark Mothersbaugh, de los "Devo". Adam Bernstein, director, salía del vídeo-clip y la televisión y a ello regresó tras el fiasco.
Tal y como ha ocurrido con otros personajes / sketches de éxito del "Saturday Night Live", veánse "Wayne´s World", "Los Cabezaconos" o "Movida en el Roxbury", "Pat" saltó a los cines. Lo hizo de la mano de "Touchtone Pictures" en una comedia donde se recurría a la fórmula habitual a la hora de abordar a todos estos tipejos excéntricos, entre lo ingenuo, lo gracioso y lo despreciable: el día a día de su existir, enfrentándose a lógicas y básicas necesidades humanas (dinero, amor...), rellenado todo ello a base de reiterar los chascarrillos más populares de su versión televisiva y, cómo no, cayendo en cierta moralina hacia el final, siempre contrastando con el tono desmadrado del film. Pal caso, se reivindica la existencia del diferente -aunque sin profundizar excesivamente, eran otros tiempos- y todo concluye en boda. Tampoco faltan los pasajes en los que el personaje deviene una celebridad mediática -casi siempre accidentalmente-, en este caso rejuntándose con un grupo musical tan de los noventa que había olvidado por completo su existir, "Ween".
Al hecho de que "Es Pat" arrastre mala prensa en un sentido moral, hay que sumar su super-fracaso. Se pegó un hostiazo tremendo en las taquillas de 1994 y la crítica se cebó con ella que dio gusto (aunque eso era lo normal). Hubo cines que, tras una semana de butacas vacías, la sacaron de cartel. Ya conocemos la naturaleza caprichosa del éxito. Obviamente hay comedias muchísimo peores que "Es Pat" y, por supuesto, no entro acá en cuestiones morales o políticamente correctas, a mi eso me la trae al pairo. Hablo de la película como tal y, sí, es cierto que toda ella resulta muy gilipollas, muy muy tonta, no provoca excesiva risa y se nota que el personaje tampoco daba para mucho, estirando los chistes -y las numerosos dobles sentidos, nivel escolapio- hasta la ajustadísima duración de 77 minutos (¡y le cuesta alcanzarlos!), quedando un entretenimiento chorras pa ver en un ratillo muerto.
Obviamente, dada la naturaleza "fracasista" de "Es Pat", poco aportó a sus responsables. Siendo la estrella de la función, Julia Sweeney ha ido aguantando el tipo hasta nuestros días, sin tampoco sobresalir demasiado. Su "partenaire", Dave Foley, era un rostro televisivo muy popular allí en su tierra y hoy sigue siéndolo. El ya fallecido Charles Rocket tampoco logró demasiado, aunque brilla especialmente interpretando a un tipo normal y corriente, felizmente casado, que destruye su vida al obsesionarse en descubrir cual es la sexualidad de su andrógino vecino. Y podría seguir desgranando el reparto, pero ¿pa(t) qué?. Me quedo con el larguirucho y reconocible Larry Hankin, siempre relegado -por aspecto- a papeles de tipo rarito, villano, perdedor o segurata, cosa que hace aquí e hizo en "Armados y Peligrosos".
La simpática banda sonora viene compuesta por Mark Mothersbaugh, de los "Devo". Adam Bernstein, director, salía del vídeo-clip y la televisión y a ello regresó tras el fiasco.
martes, 26 de agosto de 2025
VACATION!
Zach Clark es un director que trabaja habitualmente con bajos presupuestos. Aquí sería un, no se cómo llamarlo, ¿director amateur? ¿underground?, pero en Estados Unidos gusta de categorizar a este tipo de directores y películas como “independientes”. No está mal traído en el fondo porque operan fuera de los circuitos convencionales y sacándose las castañas del fuego como pueden. Sin embargo, el resultado de estas películas me parece demasiado pobre como para considerarlo cine “indie”; aunque, si lo pensamos fríamente, la verdadera diferencia entre estos y los “indies” de, por ejemplo, los años 90, radica simplemente en el material en el que registran sus imágenes. Antes se hacía en celuloide, lo que dotaba al producto de un halo de respetabilidad y, en esencia, de parecer “cine de verdad”. Ahora graban en vídeo y, a poco que la película tenga cierta antigüedad, todo se ve “muy vídeo” y ya parece una cosa de aficionados. Pero, en esencia, es lo mismo. Me refiero, por supuesto, a esta hornada “indie” de principios de siglo, que ahora, en pleno 2025, ni existe el “indie” ni el cristo que lo fundó, porque cualquier móvil de gama baja trae consigo una cámara 4K y un programa de etalonaje que hace parecer el vídeo de tu boda poco menos que una súper producción Hollywoodiense. Actualmete todo es vídeo, y el vídeo, paradójicamente, ha matado la entidad de lo underground, independiente, amateur... llámenlo como quieran.
Pero en 2010, año de producción de “Vacation!” la cosa todavía era diferenciable.
Dicen los estudiosos de estas corrientes del cine barato —en concreto Mark Olsen de "Indiefocus"—, que hay directores que comienzan trabajando bajo mínimos para, poco a poco, acabar subiendo peldaños y terminar haciendo películas destacables, pero Zach Clark es una excepción porque, durante los años, se ha sentido cómodo con las películas baratas, y ahí sigue sin importarle el estatus o su progreso, cuando en el fondo es de los que más se merece estar en un puesto privilegiado. Yo creo que es, sin más, uno de tantos que hay por los USA. Sin embargo, el hecho que convierte a esta diminuta y de distribución cero “Vacation!” en algo “especial”, es que Harmony Korine se inspiró en ella dos años más tarde para hacer algo muy similar con su “Spring Breakers”, la única película de Korine que me gusta y he visto un par de veces, por lo que puedo asegurar que, efectivamente, se inspiró bastante en la de Zach Clark, pero que, lógico, el resultado es infinitamente mejor. Échenle la culpa al presupuesto, échensela al talento. Sí es cierto que la estética, con todos esos colores fosforitos y lisérgicos ya estaba en “Vacation!”, sí es cierto que el rollo es similar, pero no hay color; la de Korine es una película con cara y ojos y, la que nos ocupa, un intento de ser lo que finalmente fue “Spring Breakers”.
Así, tenemos a cuatro amigas presumiblemente lesbianas, que se van juntas de vacaciones durante una semana. Lo pasan bien, lucen palmito, y todo va sobre ruedas hasta que, un día, un surfero les da a probar el LSD. A partir de ese momento la película se tornará una sucesión de escenas que reproducen un pedo de ácido y, tras ese colocón, lo que aparentemente empezó como una simpática comedia lesbo, se torna una tragedia en la que ninguno de los personajes acaba especialmente bien parado.
Más allá de la curiosidad que pueda suscitar el saber que "Vacation!" inspiró a la protagonizada por James Franco, o de ver una película genuinamente grabada en vídeo en 2010 y de la que se escribe en según que gacetillas, las chavalas están muy lozanas, los colores fosforitos del pedo de LSD están muy bien, pero por momentos es tan soporífera que te tienta darle al stop en no pocas ocasiones. Porque dura una hora y media pero gasta un ritmo tan lento que parece que transcurra a cámara lenta. Es, en definitiva, un rollazo.
Pero en 2010, año de producción de “Vacation!” la cosa todavía era diferenciable.
Dicen los estudiosos de estas corrientes del cine barato —en concreto Mark Olsen de "Indiefocus"—, que hay directores que comienzan trabajando bajo mínimos para, poco a poco, acabar subiendo peldaños y terminar haciendo películas destacables, pero Zach Clark es una excepción porque, durante los años, se ha sentido cómodo con las películas baratas, y ahí sigue sin importarle el estatus o su progreso, cuando en el fondo es de los que más se merece estar en un puesto privilegiado. Yo creo que es, sin más, uno de tantos que hay por los USA. Sin embargo, el hecho que convierte a esta diminuta y de distribución cero “Vacation!” en algo “especial”, es que Harmony Korine se inspiró en ella dos años más tarde para hacer algo muy similar con su “Spring Breakers”, la única película de Korine que me gusta y he visto un par de veces, por lo que puedo asegurar que, efectivamente, se inspiró bastante en la de Zach Clark, pero que, lógico, el resultado es infinitamente mejor. Échenle la culpa al presupuesto, échensela al talento. Sí es cierto que la estética, con todos esos colores fosforitos y lisérgicos ya estaba en “Vacation!”, sí es cierto que el rollo es similar, pero no hay color; la de Korine es una película con cara y ojos y, la que nos ocupa, un intento de ser lo que finalmente fue “Spring Breakers”.
Así, tenemos a cuatro amigas presumiblemente lesbianas, que se van juntas de vacaciones durante una semana. Lo pasan bien, lucen palmito, y todo va sobre ruedas hasta que, un día, un surfero les da a probar el LSD. A partir de ese momento la película se tornará una sucesión de escenas que reproducen un pedo de ácido y, tras ese colocón, lo que aparentemente empezó como una simpática comedia lesbo, se torna una tragedia en la que ninguno de los personajes acaba especialmente bien parado.
Más allá de la curiosidad que pueda suscitar el saber que "Vacation!" inspiró a la protagonizada por James Franco, o de ver una película genuinamente grabada en vídeo en 2010 y de la que se escribe en según que gacetillas, las chavalas están muy lozanas, los colores fosforitos del pedo de LSD están muy bien, pero por momentos es tan soporífera que te tienta darle al stop en no pocas ocasiones. Porque dura una hora y media pero gasta un ritmo tan lento que parece que transcurra a cámara lenta. Es, en definitiva, un rollazo.
sábado, 23 de agosto de 2025
MAJARETA, LAS OBSESIONES DEL AUTOR DE "PINK FLAMINGOS"
Existen dos palabros que no me he cansado de teclear los últimos tiempos, vendido y mangante. Y aunque la cantidad de individuos merecedores de ambos calificativos son legión, en la mayoría de las ocasiones iban dirigidos a uno solo, John Waters. Sí, el director de "Pink Flamingos", "Cosa de Hembras", "Hairspray" o "Cecil B. Demente". Y, ya puestos, el autor del libro que vengo a reseñar hoy, "Majareta" (acompañado del subtítulo que encabeza esta entrada).
Antes de descubrir su verdadera naturaleza, y como joven y tonto que era, fui fan de John Waters. Justo, a esa vergonzante etapa de mi existencia pertenece el momento en el que decidí adquirir este libro, originalmente nacido como "Crackpot. The obsessions of John Waters" el año 1986, que no es otra cosa que una recolección de distintos artículos del cineasta publicados originalmente en revistas como "Rolling Stone" o la legendaria "National Lampoon". Pero antes de entrar en materia -y antes de sacarme el libro de encima mediante "Wallapop", a precio desvergonzadamente alto, por supuesto. Aquellos interesados no merecen un castigo menor-, y a modo de "aclaración y declaración final" del por qué considero vendido y mangante a John Waters, paso a la siguiente extensa introducción, una que publico acá con el afán de no tener que volver a insistir más en ello, ni tener que justificar mis ataques a un individuo tan INCOMPRENSIBLEMENTE querido y respetado en ambientes contra-culturales, o "undergrounds" o "indies", donde, por justicia, debería ser más repudiado e insultado que en ningún otro sitio. Pero, en fin, ya sabemos cómo funciona toda esta mierda.
John Waters destruyó el cine underground. Lo aniquiló. Plagiando sin decoro a los Hermanos Kuchar, pero añadiendo al caldo todos los ingredientes propios de un producto comercial destinado a complacer a la audiencia (elementos chocantes y provocadores, el humor facilón y la adecuada duración demandada por exhibidores), deformó la esencia del cine marginal, acercándolo al convencional, alcanzando el éxito y, por tanto, dando a un nivel generalista la imagen de que ESO era el underground. Y, claro, así "sí MOLA". Nada que ver con esas pelis raras y aburridas de colorines chisporroteando por la pantalla, o interminables planos de objetos inanimados. De esta guisa tan divertida, cafre y digerible -es decir, el John Waters style- "yo también quiero y puedo. Y de paso justifico mi incapacidad formal, porque lo imperfecto es COOL". Un principio que se ha repetido a lo largo de la historia con todos los movimientos contra-culturales, oscuros e ignorados por la masa embobada hasta que han tenido éxito a través de la edulcoración y, seguidamente, han sido amoldados, deformados y comercializados para acabar convertidos en lo supuestamente oficial, influyendo sobre todo en las generaciones posteriores, tan jóvenes, impresionables y, por ende, tan gilipollas, que, partiendo de una base ya equivocada en sus preceptos, se han limitado a añadir más leña al fuego hasta mutarlo de tal manera que, como más se acumulan los años, menos reconocible resulta.
Gracias a ello, y gracias a John Waters, el cine underground se convirtió en sinónimo de transgresión de saldo, escatología y escándalo. Nunca con un fin sincero y/o "respetable", del tipo "defender la libertad de expresión" ni nada parecido. Simplemente se trataba de llamar la atención del "Media". De búsqueda de fama. Y es que no hemos de olvidar que John Waters era un niño pijo habitando los barrios altos de Baltimore, e hizo, básicamente, lo que siempre hacen los adinerados, mangar a aquellos situados en cierta penumbra (en este caso los Kuchar, que habitaban el Bronx y eran de clase humilde), rebozar lo hurtado en comercialidad y lanzarlo con ayuda de un considerable respaldo económico. Si a la ecuación sumamos la favorable respuesta de un público eminentemente imbécil, ignorante y maleable, dispuesto a reírle las gracias al que tira del chiste más obvio, o el camino más corto, o el pedo más sonoro, pues misión cumplida. John Waters devino el personaje famoso que soñaba en ser. Y eso es lo que le toca acarrear el resto de una carrera que, inevitablemente, ha ido en declive, porque jamás hubo verdadero amor tras nada de todo aquello. Llegado el momento, puso el culo perfectamente en pompa para complacer al estudio de rigor -véanse "Hairspray" o "Cry-Baby"-, pero la cosa no cuajó e intentó regresar a unas esencias tan prostituidas que ni siquiera él fue capaz de replicar -véanse "Los asesinatos de mamá", "Pecker" o la última, "Los Sexoadictos"-. Y, por ello, sus películas han ido de mal en peor y de peor en fatal. Pero a él le da igual, le "impogta un cagajo", porque consiguió lo que quería. Y se presta feliz, interpretando su papel de "rey del mal gusto", riéndole las gracias al mainstream cuando este, desinformado, superficial y perezoso como es, se queda con la etiqueta más elemental. Así pues, no debe de sorprendernos ver a John Waters en fiestas llenas de VIPs y sonrisas "Profident" o dándole la réplica a un roedor de CGI que confiesa haber visto "Pink Flamingos" en una de las películas de "Alvin y las ardillas". Cuando Hollywood necesita a alguien que represente lo transgresor y provocador de forma suficientemente segura y "limpia", acuden al director de "Vivir Desesperadamente" quien, como buen perrito, obedecerá esperando su hueso. Lamentable pirueta que parece no afectar a los enemigos de la llamada "Meca del Cine", supuestamente atrincherados en la contra-cultura, lamiendo con delectación los orines de Waters, sin cuestionarle nada, y con la misma complacencia que lamen los de otra rata vendida a la que hacen la vista gorda, Lloyd Kaufman.
Antes de descubrir su verdadera naturaleza, y como joven y tonto que era, fui fan de John Waters. Justo, a esa vergonzante etapa de mi existencia pertenece el momento en el que decidí adquirir este libro, originalmente nacido como "Crackpot. The obsessions of John Waters" el año 1986, que no es otra cosa que una recolección de distintos artículos del cineasta publicados originalmente en revistas como "Rolling Stone" o la legendaria "National Lampoon". Pero antes de entrar en materia -y antes de sacarme el libro de encima mediante "Wallapop", a precio desvergonzadamente alto, por supuesto. Aquellos interesados no merecen un castigo menor-, y a modo de "aclaración y declaración final" del por qué considero vendido y mangante a John Waters, paso a la siguiente extensa introducción, una que publico acá con el afán de no tener que volver a insistir más en ello, ni tener que justificar mis ataques a un individuo tan INCOMPRENSIBLEMENTE querido y respetado en ambientes contra-culturales, o "undergrounds" o "indies", donde, por justicia, debería ser más repudiado e insultado que en ningún otro sitio. Pero, en fin, ya sabemos cómo funciona toda esta mierda.
John Waters destruyó el cine underground. Lo aniquiló. Plagiando sin decoro a los Hermanos Kuchar, pero añadiendo al caldo todos los ingredientes propios de un producto comercial destinado a complacer a la audiencia (elementos chocantes y provocadores, el humor facilón y la adecuada duración demandada por exhibidores), deformó la esencia del cine marginal, acercándolo al convencional, alcanzando el éxito y, por tanto, dando a un nivel generalista la imagen de que ESO era el underground. Y, claro, así "sí MOLA". Nada que ver con esas pelis raras y aburridas de colorines chisporroteando por la pantalla, o interminables planos de objetos inanimados. De esta guisa tan divertida, cafre y digerible -es decir, el John Waters style- "yo también quiero y puedo. Y de paso justifico mi incapacidad formal, porque lo imperfecto es COOL". Un principio que se ha repetido a lo largo de la historia con todos los movimientos contra-culturales, oscuros e ignorados por la masa embobada hasta que han tenido éxito a través de la edulcoración y, seguidamente, han sido amoldados, deformados y comercializados para acabar convertidos en lo supuestamente oficial, influyendo sobre todo en las generaciones posteriores, tan jóvenes, impresionables y, por ende, tan gilipollas, que, partiendo de una base ya equivocada en sus preceptos, se han limitado a añadir más leña al fuego hasta mutarlo de tal manera que, como más se acumulan los años, menos reconocible resulta.
Gracias a ello, y gracias a John Waters, el cine underground se convirtió en sinónimo de transgresión de saldo, escatología y escándalo. Nunca con un fin sincero y/o "respetable", del tipo "defender la libertad de expresión" ni nada parecido. Simplemente se trataba de llamar la atención del "Media". De búsqueda de fama. Y es que no hemos de olvidar que John Waters era un niño pijo habitando los barrios altos de Baltimore, e hizo, básicamente, lo que siempre hacen los adinerados, mangar a aquellos situados en cierta penumbra (en este caso los Kuchar, que habitaban el Bronx y eran de clase humilde), rebozar lo hurtado en comercialidad y lanzarlo con ayuda de un considerable respaldo económico. Si a la ecuación sumamos la favorable respuesta de un público eminentemente imbécil, ignorante y maleable, dispuesto a reírle las gracias al que tira del chiste más obvio, o el camino más corto, o el pedo más sonoro, pues misión cumplida. John Waters devino el personaje famoso que soñaba en ser. Y eso es lo que le toca acarrear el resto de una carrera que, inevitablemente, ha ido en declive, porque jamás hubo verdadero amor tras nada de todo aquello. Llegado el momento, puso el culo perfectamente en pompa para complacer al estudio de rigor -véanse "Hairspray" o "Cry-Baby"-, pero la cosa no cuajó e intentó regresar a unas esencias tan prostituidas que ni siquiera él fue capaz de replicar -véanse "Los asesinatos de mamá", "Pecker" o la última, "Los Sexoadictos"-. Y, por ello, sus películas han ido de mal en peor y de peor en fatal. Pero a él le da igual, le "impogta un cagajo", porque consiguió lo que quería. Y se presta feliz, interpretando su papel de "rey del mal gusto", riéndole las gracias al mainstream cuando este, desinformado, superficial y perezoso como es, se queda con la etiqueta más elemental. Así pues, no debe de sorprendernos ver a John Waters en fiestas llenas de VIPs y sonrisas "Profident" o dándole la réplica a un roedor de CGI que confiesa haber visto "Pink Flamingos" en una de las películas de "Alvin y las ardillas". Cuando Hollywood necesita a alguien que represente lo transgresor y provocador de forma suficientemente segura y "limpia", acuden al director de "Vivir Desesperadamente" quien, como buen perrito, obedecerá esperando su hueso. Lamentable pirueta que parece no afectar a los enemigos de la llamada "Meca del Cine", supuestamente atrincherados en la contra-cultura, lamiendo con delectación los orines de Waters, sin cuestionarle nada, y con la misma complacencia que lamen los de otra rata vendida a la que hacen la vista gorda, Lloyd Kaufman.
Era especialmente crispante en los 90 ver fanzines -patrios- con aspiraciones de ser los más "cool" de la estantería a base de "undergroundismo", echar mano del careto de John Waters para la portada. No había una elección más obvia, fácil y desinformada posible (junto a tantas otras temáticas recurrentes del periodo como Russ Meyer, Joel-Peter Witkin, "Nekromantik", etc, etc)
El colmo de los colmos ha sido descubrir recientemente que cierta platea gay -aquella especialmente devota de Waters y, obvio, Divine- incluye al cineasta como víctima JUNTO A LOS KUCHAR como blanco de sendos expolios por parte de otros directores. Ignorando, o no queriendo ver, que el primero en mangar -de aquellos- es, ha sido y siempre será el mismo John Waters. ¡¡Manda cojonazos!!.
Dicho ello, toca centrarse en los contenidos de "Majareta". Por supuesto sería absurdo esperar una reseña complaciente y ultra-positiva por mi parte. He leído -segunda vez en mi vida- perfectamente condicionado por todo lo expuesto. Aún así, voy a intentar que ello no domine demasiado mis emociones.
Al ser una recolección de textos, pues pasa lo mismo que con cualquiera de su naturaleza, los hay mejores y peores. Personalmente he preferido aquellos más versados en el cine, la única pasión que comparto con el director de "Cry-Baby". Y me han sobrado los más alejados de la materia, especialmente cuando roza la ficción.
El respectivo desglose quedaría del siguiente modo:
"La visita a Los Ángeles de John Waters": Waters nos habla de aquellos antros peculiares que visitar en Los Ángeles. Naturalmente, la cosa pretende ir de contra-guía turística, aunque no menciona de ningún lugar que despierte mi interés.
"¿Dónde está el talento creativo?": Uno de los mejores artículos, básicamente centrado en las artes de los cineastas "exploitation", o de bajo presupuesto, para promocionar sus películas en los años 50 y/o 60, con especial fijación en uno de los héroes del autor, William Castle.
"Relato Cortante (101 cosas que odio)": Lo más parecido a ficción que hay en el libro y, en resumidas cuentas, una chorrada.
"La historia de Pia Zadora": Aquí Waters ejerce de reportero y entrevista a la actriz, conocida por sus supuestas malas películas, entre ellas "The Lonely Lady", comentada por Víctor en su día. Del montón.
"En la cárcel": Ya conocen el interés del director de "Pink Flamingos" por los criminales. Tanto como para, en una ocasión, ejercer de profesor de cine en algunos centros penitenciarios. Aquí cuenta la experiencia y trata de justificarse un poco.
"Relato Optimista (101 cosas que amo)": Tan chorra y prescindible como el otro.
"Ganarse la cena cantando": Primero nos habla de viejas salas de strip-tease y luego se centra en sus desventuras dando conferencias y visitando extraños festivales. Bien, interesante.
"Por qué me gusta el National Enquirer": Cumpliendo con su imagen ¿premeditada? de amante del mal gusto y la horterada, Waters confiesa lo mucho que ama una publicación normalmente considerada puro amarillismo de tercera.
"¡Señoras y señores... los chicos más majos de la ciudad!": Aquí se enrolla a fondo respecto al programa televisivo de baile para adolescentes que inspiró la trama de "Hairspray". Del montón.
"Cómo hacerse famoso": Otro de los eminentemente chorras. Waters ofrece varias opciones para lograr la fama, todas ellas supuestamente transgresoras y graciosas.
"Placeres Culpables": Puede que este sea mi favorito. El autor reconoce abiertamente que le mola el cine de arte y ensayo más radical, y comenta algunos de sus títulos preferidos de manera desenfadada. El único que me ha dejado con ganas de más.
"Por qué me gustan las Navidades": Supongo que podemos tildar de cínico este texto. Ya sabemos lo falso que es John Waters. A diferencia de él, a mi las Navidades me encantan de modo real y honesto. No obstante, el artículo está entre los simpáticos.
"Cómo no hacer una película": El cineasta habla de sus trifulcas en Hollywood, buscando financiación y procurando producir éxitos. Siendo mi tema predilecto, y a pesar de quien lo firma, es de los disfrutables.
"Je vous salue, Marie!": Prolongando un poco el de "Placeres Culpables", Waters se centra en este film de Jean-Luc Godard que, como sabrán algunos, fue un auténtico escándalo en su época. Reflexiona al respecto con su habitual sorna. Bien, interesante.
"Harto de famosos": Harto de John Waters, llegamos al final con un artículo en el que, una vez más, saca a la cotilla que lleva dentro y comenta chascarrillos sobre famosos o famosillos. Sin más. Pasable.
En resumidas cuentas: Si no eres fan de John Waters, o tu interés por su persona está dentro de lo racional, puedes pasar un ratillo majo leyendo y luego lo devuelves a la biblioteca, lo regalas, lo vendes o lo tiras. No creo que valga la pena repetir.
Si, por el contrario, eres fan... bueno, no deberías estar leyendo este blog.
Dicho ello, toca centrarse en los contenidos de "Majareta". Por supuesto sería absurdo esperar una reseña complaciente y ultra-positiva por mi parte. He leído -segunda vez en mi vida- perfectamente condicionado por todo lo expuesto. Aún así, voy a intentar que ello no domine demasiado mis emociones.
Al ser una recolección de textos, pues pasa lo mismo que con cualquiera de su naturaleza, los hay mejores y peores. Personalmente he preferido aquellos más versados en el cine, la única pasión que comparto con el director de "Cry-Baby". Y me han sobrado los más alejados de la materia, especialmente cuando roza la ficción.
El respectivo desglose quedaría del siguiente modo:
"La visita a Los Ángeles de John Waters": Waters nos habla de aquellos antros peculiares que visitar en Los Ángeles. Naturalmente, la cosa pretende ir de contra-guía turística, aunque no menciona de ningún lugar que despierte mi interés.
"¿Dónde está el talento creativo?": Uno de los mejores artículos, básicamente centrado en las artes de los cineastas "exploitation", o de bajo presupuesto, para promocionar sus películas en los años 50 y/o 60, con especial fijación en uno de los héroes del autor, William Castle.
"Relato Cortante (101 cosas que odio)": Lo más parecido a ficción que hay en el libro y, en resumidas cuentas, una chorrada.
"La historia de Pia Zadora": Aquí Waters ejerce de reportero y entrevista a la actriz, conocida por sus supuestas malas películas, entre ellas "The Lonely Lady", comentada por Víctor en su día. Del montón.
"En la cárcel": Ya conocen el interés del director de "Pink Flamingos" por los criminales. Tanto como para, en una ocasión, ejercer de profesor de cine en algunos centros penitenciarios. Aquí cuenta la experiencia y trata de justificarse un poco.
"Relato Optimista (101 cosas que amo)": Tan chorra y prescindible como el otro.
"Ganarse la cena cantando": Primero nos habla de viejas salas de strip-tease y luego se centra en sus desventuras dando conferencias y visitando extraños festivales. Bien, interesante.
"Por qué me gusta el National Enquirer": Cumpliendo con su imagen ¿premeditada? de amante del mal gusto y la horterada, Waters confiesa lo mucho que ama una publicación normalmente considerada puro amarillismo de tercera.
"¡Señoras y señores... los chicos más majos de la ciudad!": Aquí se enrolla a fondo respecto al programa televisivo de baile para adolescentes que inspiró la trama de "Hairspray". Del montón.
"Cómo hacerse famoso": Otro de los eminentemente chorras. Waters ofrece varias opciones para lograr la fama, todas ellas supuestamente transgresoras y graciosas.
"Placeres Culpables": Puede que este sea mi favorito. El autor reconoce abiertamente que le mola el cine de arte y ensayo más radical, y comenta algunos de sus títulos preferidos de manera desenfadada. El único que me ha dejado con ganas de más.
"Por qué me gustan las Navidades": Supongo que podemos tildar de cínico este texto. Ya sabemos lo falso que es John Waters. A diferencia de él, a mi las Navidades me encantan de modo real y honesto. No obstante, el artículo está entre los simpáticos.
"Cómo no hacer una película": El cineasta habla de sus trifulcas en Hollywood, buscando financiación y procurando producir éxitos. Siendo mi tema predilecto, y a pesar de quien lo firma, es de los disfrutables.
"Je vous salue, Marie!": Prolongando un poco el de "Placeres Culpables", Waters se centra en este film de Jean-Luc Godard que, como sabrán algunos, fue un auténtico escándalo en su época. Reflexiona al respecto con su habitual sorna. Bien, interesante.
"Harto de famosos": Harto de John Waters, llegamos al final con un artículo en el que, una vez más, saca a la cotilla que lleva dentro y comenta chascarrillos sobre famosos o famosillos. Sin más. Pasable.
En resumidas cuentas: Si no eres fan de John Waters, o tu interés por su persona está dentro de lo racional, puedes pasar un ratillo majo leyendo y luego lo devuelves a la biblioteca, lo regalas, lo vendes o lo tiras. No creo que valga la pena repetir.
Si, por el contrario, eres fan... bueno, no deberías estar leyendo este blog.
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